domingo, 16 de junio de 2019

La Muerte de la Pitia de Friedrich Dürrenmatt. Aquello que no cesa de no escribirse






La Muerte de la Pitia de Friedrich Dürrenmatt. Aquello que no cesa de no escribirse


 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

A Cynthia Daniela, por lo compartido tras la mirada



El trauma lacaniano

 

El Psicoanalista Miquel Bassols, en una conferencia dada en Granada sobre la relación entre las neurociencias y el psicoanálisis, se refirió a un hecho clínico ocurrido después de los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid, en el que los que habían pasado por esos terribles momentos relataban algo idéntico en versiones diferentes, aquello que no llegó a ocurrir, por ejemplo: “no pude ayudar a la persona que tenía al lado” o “si hubiera tomado el tren anterior”, lo que causaba malestar era aquello que no cesaba de no ocurrir.

Un trauma no consiste en algo terrible que ocurrió en la vida de alguien, más bien es aquello que no ocurrió y que "no cesa de no ocurrir". ¿Cómo algo que no ocurrió llega a inscribirse como algo que no cesa de no ocurrir? Lacan, en su afán de acercar el psicoanálisis a la “ciencia de lo real”, la lógica matemática, se apoya en la famosa paradoja de Russell.

Russell se refiere a la noción de Conjunto dada por George Cantor, esa que dice: “Se entiende por conjunto a la agrupación, en un todo, de objetos diferenciados de nuestra percepción o de nuestro pensamiento”, frente a ella Russell observa que ocurre una paradoja de difícil resolución frente a lo que él denomina conjuntos ordinarios y conjuntos extraordinarios, los conjuntos ordinarios, que son legión, son los que no son elementos de sí mismos, en cambio los conjuntos extraordinarios son elementos de sí mismos. Un ejemplo de conjunto extraordinario es el conjunto de todas las ideas abstractas, pues él mismo es una idea abstracta, en cambio, el conjunto de todos los planetas del sistema solar, es ordinario, pues él mismo no es un planeta.

Matemáticamente diríamos que un conjunto X es ordinario si sólo sí “X no pertenece a X” y extraordinario si sólo si “X pertenece a X”, ahora bien, de acuerdo a la noción de conjunto de Cantor, podemos llamar “A” al conjunto de todos los conjuntos ordinarios y analizar este conjunto, éste puede ser ordinario o extraordinario, si “A” fuese ordinario entonces debería ser “A pertenece a A”, lo que significaría que “A” es extraordinario, luego, no puede ser extraordinario, ya que si lo fuese, entonces “A no pertenece a A”, por lo tanto sería ordinario, ocurre entonces la contradicción: “A pertenece a A” si sólo si “A no pertenece a A”.

En el “Caso Juanito”, ejemplo paradigmático en Freud (1), la construcción verbal: “todo ser tiene falo”, reconstruida lógicamente, tal como vimos más arriba, diría: “no puede ser que no haya falo”, la atribución fálica en Juanito es del orden de una negación redoblada (no una negación de la negación): “No puede ser que no haya falo”. Ése es un lugar lógicamente imposible, es lo que Lacan denomina Real, ése es el lugar del objeto imposible, no incluido en lo predicable.

El trauma es un lugar vacío. Allí, algo no cesa de no-escribirse, por eso Lacan utiliza el neologismo: troumatisme

La muerte de la Pitia

 

La muerte de la Pitia (3) es una narración del suizo Friedrich Dürrenmatt, basada en el drama: “Edipo Rey” de Sófocles. Dürrenmatt —también dramaturgo— (d)escribe, allí, todas las posibilidades de combinación lógicas de los elementos de la obra de Sófocles que tanto iluminó la teoría freudiana; Dürrenmatt, ensaya todas las posibles soluciones narrativas de la aventura trágica del héroe Edipo, constituye, a su modo, una repetición exitosa.

La narración de Dürrenmatt se desenvuelve lejos del mito trágico griego (4), lo toma a su cargo y lo transforma en una comedia lógica, analizando cada una de sus posibilidades y combinaciones, juega con sus personajes como un

Veamos, (queda claro que nuestro resumen no exime de la lectura completa de la obra de Dürrenmatt, ni de la de Sófocles que aquí apenas queda esbozada).

Layo visita el palacio de Pélope, se acuesta con su esposa Hipodamia y la deja embarazada, en venganza Pélope lo manda castrar. Hipodamia da a luz a una niña, la Esfinge, que fue cuidada por una sacerdotisa de Hermes, cuando esta muere la esfinge se retira al monte Citerón, donde cría una manda de leonas, probablemente para protegerse de su padre, a pesar de todo este cuidado Layo llega a su santuario y ordena a su cochero Polifontes violar a su hija, la Esfinge da a luz producto de esta violación, a Edipo. Simultáneamente Yocasta daba a luz a otro Edipo; Layo, que conocía un oráculo que le anunciaba que sería muerte por un hijo suyo, manda un pastor que lleve al hijo de Yocasta al bosque y lo mate, sin embargo, el pastor lo lleva al santuario de la Esfinge y le cuenta que Yocasta le había encargado que diera el niño a los reyes de Corinto. Mientras el pastor dormía la Esfinge arrojó al hijo de Yocasta a las leonas, taladró con un punzón los pies de su propio hijo, tal como habían hecho con el otro Edipo, y lo entregó al pastor a la mañana siguiente, así Edipo creció en el palacio de Corinto sabiendo que sus padres Pólibo y Mérope, eran sólo adoptivos, después se dirigirá a Delfos a fin de conocer los nombres de sus auténticos padres, fue allí donde conoció la profecía de la Pitonisa Paniquis X. paradójicamente, en la narración de Dürrenmatt, Edipo comprende que cualquier hombre que matara podría ser su padre, así. Cuando mató sin piedad a Layo, debió asumir que era su padre, pero también mató allí a Polifontes, el auriga de Layo, que sí era su verdadero progenitor (veamos aquí la ilustración de la diferencia que realiza Lacan frente al padre real, al padre simbólico y al imaginario), después, encuentra a la Esfinge, resuelve el enigma que le plantea y se convierte en su amante, ninguno conoció la relación que tenían ambos, ser madre e hijo, la Esfinge la conocerá después. Edipo continuará su viaje a Tebas donde entrará como triunfador y se casará con Yocasta, a la que creía su madre. En la historia de Dürrenmatt, Edipo es libre como ningún otro, gracias a la posesión del oráculo se satisface de haber matado al padre y casarse con su madre, ya que odiaba a sus padres y a los dioses (versión moderna del héroe), pero Dürrenmatt lo complica aún más. Pues Edipo también mato a su abuelo: Layo, que confundió con su padre.

Aquello que no cesa de no-escribirse

 

Uno de los nombres de lo Real, es: “no cesa de no escribirse”, otro es: “imposible lógico” y, otro más: “aquello que vuelve al mismo lugar”.

En La Muerte de la Pitia de Dürrenmatt, hay algo que no cesa de no-escribirse: la ignorancia de Edipo del drama de Sófocles. En la obra de Dürrenmatt, Edipo sabe, pero eso no impide que el destino anunciado por una Pitia que no-sabe-que-sabe, lo arrastre hacia el mismo final.

Las repeticiones y las múltiples variaciones entre las relaciones de los personajes, hacen lugar a aquello que Dürrenmatt no logrará escribir: la totalidad de las posibles soluciones de la tragedia, quizá, urdiendo una manera de vérselas con la repetición. (Herta Mûller decía que aquello que no puede decirse puede escribirse).

La trama estructural está dada por el desarrollo de tres oráculos. Es la misma Paniquis quien, consultando el “Libro de los oráculos” en el que se anotaban todos los vaticinios del santuario, encontrará que su antecesora Crobila IV había enunciado el primero, que es dado a Layo, rey de Tebas, fue escrito por Tiresias que quiere en influir en el futuro de la ciudad de Tebas, le dice que si tiene un hijo éste le asesinaría.

El segundo es el conocido oráculo que la Pitia le dice a Edipo, que a Paniquis le parecía absurdo, ¿quién sería capaz de asesinar a su padre y acostarse con su propia madre? 

El tercer oráculo es el que da a Creonte, es uno también inventado por Tiresias, aprovechando un brote de peste en la ciudad, que la enfermedad desaparecería si se encontraba al asesino del rey de Tebas.

Dürrenmatt opone, en su obra, el destino y el azar, siendo así, el futuro es aquello que no cesa de no pasar, por eso se repite y se repite con diferentes relaciones. En el mito relatado por Sófocles, el viaje de Edipo hacia su destino se inicia por medio del azar, cree que es hijo de otros padres y acude al oráculo para saberlo, allí recibe la noticia que asesinará a su padre y se acostará con su madre, para evitar esto abandona su hogar y se encontrará con el cumplimiento del destino del que quería escapar.

En el mito reencontrado y relatado por Dürrenmatt, Edipo no escapa a su destino se dirige de lleno a él, pero su camino se tuerce muchas veces, por el azar, así su saber, que es un no-saber, le hace cumplir su deseo que es deseo de cumplir su destino. Dürrenmatt parece querer responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo de algo sin sentido, puede pasar, mediante variadas relaciones, a tener sentido? En lenguaje lacaniano, diríamos: ¿Cómo la letra sin sentido, pasa a formar un sentido?

Notas

 

(1) Sigmund Freud.

 (2) Jacques-Alain Miller. Matemas II, Trad. Carlos A. de Santos. (Buenos Aires: Ediciones Manantial, 1990). Pág. 59

(3) Friedrich Dürrenmatt.

(4) Los griegos le llamaban tragedia a darse cuenta del destino. Edipo sabe lo que ocurrirá y hace todo para que no ocurra y aun así ocurre, cumple su destino sin saberlo, cuando lo sabe ya es tarde, entonces toma la mano de su hija y camina ciego hacia su muerte, se detiene y pronuncia una frase compleja e inesperada: “Juzgo que todo está bien”. Cumplió su destino, que es decir que cumplió su tragedia y contra toda maldición dice: “todo está bien”.