La Muerte de la Pitia de Friedrich Dürrenmatt. Aquello que no cesa de no escribirse
Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
A Cynthia Daniela, por lo compartido tras la mirada
El trauma lacaniano
El Psicoanalista Miquel Bassols, en una conferencia dada en Granada
sobre la relación entre las neurociencias y el psicoanálisis, se refirió a un hecho
clínico ocurrido después de los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004 en Madrid,
en el que los que habían pasado por esos terribles momentos relataban algo idéntico
en versiones diferentes, aquello que no llegó a ocurrir, por ejemplo: “no pude
ayudar a la persona que tenía al lado” o “si hubiera tomado el tren anterior”,
lo que causaba malestar era aquello que no cesaba de no ocurrir.
Un trauma no consiste en algo terrible que ocurrió en la vida de alguien, más bien es aquello
que no ocurrió y que "no cesa de no ocurrir". ¿Cómo algo que no ocurrió llega a inscribirse como algo que no
cesa de no ocurrir? Lacan, en su afán de acercar el psicoanálisis a la “ciencia
de lo real”, la lógica matemática, se apoya en la famosa paradoja de Russell.
Russell se refiere a la noción de Conjunto dada por George Cantor,
esa que dice: “Se entiende por conjunto a la agrupación, en un todo, de objetos
diferenciados de nuestra percepción o de nuestro pensamiento”, frente a ella
Russell observa que ocurre una paradoja de difícil resolución frente a lo que él
denomina conjuntos ordinarios y conjuntos extraordinarios, los conjuntos
ordinarios, que son legión, son los que no son elementos de sí mismos, en
cambio los conjuntos extraordinarios son elementos de sí mismos. Un ejemplo de
conjunto extraordinario es el conjunto de todas las ideas abstractas, pues él mismo
es una idea abstracta, en cambio, el conjunto de todos los planetas del sistema
solar, es ordinario, pues él mismo no es un planeta.
Matemáticamente diríamos que un conjunto X es ordinario si sólo sí
“X no pertenece a X” y extraordinario si sólo si “X pertenece a X”, ahora bien,
de acuerdo a la noción de conjunto de Cantor, podemos llamar “A” al conjunto de
todos los conjuntos ordinarios y analizar este conjunto, éste puede ser
ordinario o extraordinario, si “A” fuese ordinario entonces debería ser “A
pertenece a A”, lo que significaría que “A” es extraordinario, luego, no puede
ser extraordinario, ya que si lo fuese, entonces “A no pertenece a A”, por lo
tanto sería ordinario, ocurre entonces la contradicción: “A pertenece a A” si
sólo si “A no pertenece a A”.
En el “Caso Juanito”, ejemplo paradigmático en Freud (1), la construcción
verbal: “todo ser tiene falo”, reconstruida lógicamente, tal como vimos más arriba, diría: “no puede ser
que no haya falo”, la atribución fálica en Juanito es del orden de una negación
redoblada (no una negación de la negación): “No puede ser que no haya falo”.
Ése es un lugar lógicamente imposible, es lo que Lacan denomina Real, ése es el
lugar del objeto imposible, no incluido en lo predicable.
El trauma es un lugar vacío. Allí, algo no cesa de no-escribirse, por
eso Lacan utiliza el neologismo: troumatisme
La muerte de la Pitia
La muerte
de la Pitia (3) es una narración del suizo Friedrich Dürrenmatt, basada en el
drama: “Edipo Rey” de Sófocles. Dürrenmatt —también dramaturgo— (d)escribe, allí,
todas las posibilidades de combinación lógicas de los elementos de la obra de
Sófocles que tanto iluminó la teoría freudiana; Dürrenmatt, ensaya todas las
posibles soluciones narrativas de la aventura trágica del héroe Edipo, constituye,
a su modo, una repetición exitosa.
La narración de Dürrenmatt se desenvuelve lejos del mito trágico
griego (4), lo toma a su cargo y lo transforma en una comedia lógica,
analizando cada una de sus posibilidades y combinaciones, juega con sus
personajes como un
Veamos, (queda claro que nuestro resumen no exime de la lectura
completa de la obra de Dürrenmatt, ni de la de Sófocles que aquí apenas queda
esbozada).
Layo visita el palacio de Pélope, se acuesta con su esposa Hipodamia
y la deja embarazada, en venganza Pélope lo manda castrar. Hipodamia da a luz a
una niña, la Esfinge, que fue cuidada por una sacerdotisa de Hermes, cuando
esta muere la esfinge se retira al monte Citerón, donde cría una manda de
leonas, probablemente para protegerse de su padre, a pesar de todo este cuidado
Layo llega a su santuario y ordena a su cochero Polifontes violar a su hija, la
Esfinge da a luz producto de esta violación, a Edipo. Simultáneamente Yocasta
daba a luz a otro Edipo; Layo, que conocía un oráculo que le anunciaba que
sería muerte por un hijo suyo, manda un pastor que lleve al hijo de Yocasta al
bosque y lo mate, sin embargo, el pastor lo lleva al santuario de la Esfinge y
le cuenta que Yocasta le había encargado que diera el niño a los reyes de
Corinto. Mientras el pastor dormía la Esfinge arrojó al hijo de Yocasta a las
leonas, taladró con un punzón los pies de su propio hijo, tal como habían hecho
con el otro Edipo, y lo entregó al pastor a la mañana siguiente, así Edipo
creció en el palacio de Corinto sabiendo que sus padres Pólibo y Mérope, eran
sólo adoptivos, después se dirigirá a Delfos a fin de conocer los nombres de
sus auténticos padres, fue allí donde conoció la profecía de la Pitonisa
Paniquis X. paradójicamente, en la narración de Dürrenmatt, Edipo comprende que
cualquier hombre que matara podría ser su padre, así. Cuando mató sin piedad a
Layo, debió asumir que era su padre, pero también mató allí a Polifontes, el
auriga de Layo, que sí era su verdadero progenitor (veamos aquí la ilustración
de la diferencia que realiza Lacan frente al padre real, al padre simbólico y
al imaginario), después, encuentra a la Esfinge, resuelve el enigma que le
plantea y se convierte en su amante, ninguno conoció la relación que tenían
ambos, ser madre e hijo, la Esfinge la conocerá después. Edipo continuará su
viaje a Tebas donde entrará como triunfador y se casará con Yocasta, a la que
creía su madre. En la historia de Dürrenmatt, Edipo es libre como ningún otro,
gracias a la posesión del oráculo se satisface de haber matado al padre y
casarse con su madre, ya que odiaba a sus padres y a los dioses (versión
moderna del héroe), pero Dürrenmatt lo complica aún más. Pues Edipo también
mato a su abuelo: Layo, que confundió con su padre.
Aquello que no cesa de no-escribirse
Uno de los nombres de lo Real, es: “no cesa de no escribirse”, otro
es: “imposible lógico” y, otro más: “aquello que vuelve al mismo lugar”.
En La Muerte de la Pitia de Dürrenmatt, hay algo que no cesa de no-escribirse: la ignorancia de Edipo del drama de Sófocles. En la obra de Dürrenmatt, Edipo sabe, pero eso no impide que el destino anunciado por una Pitia que no-sabe-que-sabe, lo arrastre hacia el mismo final.
Las repeticiones y las múltiples variaciones entre las relaciones de los personajes, hacen lugar a aquello que Dürrenmatt no logrará escribir: la totalidad de las posibles soluciones de la tragedia, quizá, urdiendo una manera de vérselas con la repetición. (Herta Mûller decía que aquello que no puede decirse puede escribirse).
La trama estructural está dada por el desarrollo de tres oráculos.
Es la misma Paniquis quien, consultando el “Libro de los oráculos” en el que se
anotaban todos los vaticinios del santuario, encontrará que su antecesora Crobila
IV había enunciado el primero, que es dado a Layo, rey de Tebas, fue escrito por
Tiresias que quiere en influir en el futuro de la ciudad de Tebas, le dice que
si tiene un hijo éste le asesinaría.
El segundo es el conocido oráculo que la Pitia le dice a Edipo,
que a Paniquis le parecía absurdo, ¿quién sería capaz de asesinar a su padre y
acostarse con su propia madre?
El tercer oráculo es el que da a Creonte, es uno también inventado
por Tiresias, aprovechando un brote de peste en la ciudad, que la enfermedad
desaparecería si se encontraba al asesino del rey de Tebas.
Dürrenmatt opone, en su obra, el destino y el azar, siendo así, el
futuro es aquello que no cesa de no pasar, por eso se repite y se repite con
diferentes relaciones. En el mito relatado por Sófocles, el viaje de Edipo hacia
su destino se inicia por medio del azar, cree que es hijo de otros padres y
acude al oráculo para saberlo, allí recibe la noticia que asesinará a su padre
y se acostará con su madre, para evitar esto abandona su hogar y se encontrará
con el cumplimiento del destino del que quería escapar.
En el mito reencontrado y relatado por Dürrenmatt, Edipo no escapa
a su destino se dirige de lleno a él, pero su camino se tuerce muchas veces,
por el azar, así su saber, que es un no-saber, le hace cumplir su deseo que es
deseo de cumplir su destino. Dürrenmatt parece querer responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo
de algo sin sentido, puede pasar, mediante variadas relaciones, a tener sentido?
En lenguaje lacaniano, diríamos: ¿Cómo la letra sin sentido, pasa a formar un
sentido?
Notas
(1) Sigmund Freud.
(2) Jacques-Alain
Miller. Matemas II, Trad. Carlos A. de Santos. (Buenos Aires: Ediciones
Manantial, 1990). Pág. 59
(3) Friedrich Dürrenmatt.
(4) Los griegos le llamaban tragedia a darse cuenta del
destino. Edipo sabe lo que ocurrirá y hace todo para que no ocurra y aun así
ocurre, cumple su destino sin saberlo, cuando lo sabe ya es tarde, entonces
toma la mano de su hija y camina ciego hacia su muerte, se detiene y pronuncia
una frase compleja e inesperada: “Juzgo que todo está bien”. Cumplió su
destino, que es decir que cumplió su tragedia y contra toda maldición dice:
“todo está bien”.