Literatura y Sacrificio. Hacia George Bataille
Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
Introducción
La Literatura es restitución de lo sagrado, porque la obra literaria está estructurada como un sacrificio. La Literatura destruye —para ofrendar— aquellos elementos que el uso servil degrada. Pero tal restitución es, también, volver a unir lo que había quedado separado (religare), componer la separación que comienza con la pugna entre Filosofía y Literatura, con Platón contra Homero, como sostiene Harold Bloom. George Bataille es uno de los más claros expositores de este conflicto que libra, en sí mismo y en su obra, pues ésta no encuentran lugar en la clasificación general del pensamiento, desde “La Historia del Ojo”, la lucha de Bataille es por religare.
Literatura y Parte Maldita
George Bataille llamó “parte maldita” (1) al excedente que se gasta improductivamente; algunas culturas indígenas tenían en su repertorio colectivo formas de gasto improductivo, por ejemplo los aztecas. Este gasto colectivo, o consumo colectivo, “consumation” (2) servía para reforzar los lazos sociales y también para renovar el orden social. El derroche y el desborde tienen, en el consumo colectivo, el mismo sentido que el carnaval (leemos aquí las páginas del libro de Javier Sanjinés, Estética y Carnaval) (3) en la formación de la Novela. En la génesis de la novela, el carnaval restituye lo que había sido denominado vulgar, lo que había sido excluido del arte literario frente a la epopeya. La epopeya se basó en “valores jerárquicos que salen de la zona de contacto familiar para entrar en la del alejamiento” (Sanjinés: 39), son los valores racionales del consumo, donde el gasto es medido, productivo. El carnaval renueva la novela y en ella la literatura llega hasta lo cotidiano, se liga a la lengua popular, al habla viva. El “exceso” del carnaval, como consumation, produce un no-saber en contraposición de la epopeya como saber. “Es en la risa popular, dice Bakhtine, es en donde debe buscarse las raíces de la novela, porque es la risa, principio satírico que destruye la épica.”(Sanjinés: 40)
Los economistas sostienen que en la moderna sociedad industrial, el excedente se vuelve a incorporar a la producción, cumpliéndose así, la acumulación ampliada del capital, en cambio, en las sociedades que algunos denominan pre-modernas, ha prevalecido el gasto improductivo del “don” y la “reciprocidad” que, renovando los lazos sociales, se basan en un sistema de prestigio. En estas culturas, la fiesta es el lugar donde el gasto de la “parte maldita” sirve para el sacrificio en busca de lo sagrado, los sujetos dejan de admirar a los héroes o semidioses (como en la epopeya) para ser protagonistas (como en la novela), dejan de ser cosas o simples medios de producción.
En la consumation, el excedente se destruye y precisamente esto constituye su fin; esto ocurre en la guerra (también entendida como revolución o revuelta) donde se renuevan o se crean nuevos lazos sociales. Bataille toma como dato histórico las guerras libradas por los aztecas. Él dice que la sociedad azteca, tan dedicada a la guerra, no era una sociedad militar porque la religión era la clave de su actividad guerrera; la guerra era para ellos el despliegue de la violencia “pura y sin cálculo”. “Los aztecas no conocieron la organización racional de la guerra y de la conquista” puesto que una sociedad militar tiene como empresa a la guerra, es decir, tiene un fin racional de poder y “nada más opuesto a la organización militar que las dilapidaciones de la riqueza representadas por la hecatombe de los esclavos.” (Bataille: 71-72)
La inmolación de esclavos o guerreros capturados, buscaba un derroche grandioso, ritualizado: “El sacrifico restituye al mundo sagrado lo que el uso servil degradó y profanó. El uso servil hizo una cosa (un objeto) de aquello que, profundamente, es de la misma naturaleza del sujeto, que se encuentra con el sujeto en una relación de íntima participación.” (Bataille: 73). El sacrificio consiste siempre en una destrucción del objeto en tanto que se ha convertido en cosa. Es necesario, entonces, que la propia víctima participe del rito del sacrificio, si el esclavo o el prisionero de guerra quedaban para cumplir labores, entonces se convertían en propiedad del otro, lo mismo que un animal de carga, el sacrificio los liberaba de tal posesión, al final, mercantil. Pero, además, en la dialéctica del amo y el esclavo, si el propietario de un esclavo hace de este una cosa, entonces al distanciarse del esclavo, él mismo se convierte en una cosa.
Para Bataille, el amo y el esclavo no pueden ser reducidos de manera perfecta al “orden de las cosas”, siempre hay algo que se escapa. La relación subordinada y, por tanto, separada entre el amo y el esclavo vela la semejanza que hay que hay entre ambos. Bataille utiliza una metáfora para ilustrar este punto:
“La misma pobreza se extiende sobre la vida humana como cuando se nubla sobre el campo. Al nublarse, en el momento en que el sol se tamiza completamente por las nubes y los juegos de la luz se apagan, parecen “rendirse las cosas a lo que son”. El error es evidente: delante de ahí sólo está el universo, el universo no es una cosa y no me equivoco en absoluto si veo en él el esplendor del sol. Pero, cuando el sol se oculta, veo con más claridad la granja, el campo, la cerca. Ya no veo el esplendor de la luz que se proyectaba sobre la granja, sino esta granja o esta cerca, como una pantalla entre el universo y yo.” (Bataille: 74) (Nos es imposible no ver en esta cita, la noción de “Fantasma” lacaniano).
Hay pues, una mutua “cosificación” del amo y del esclavo cuando uno es propietario del otro, cuando uno usa del otro. El mundo de las cosas es un mundo de separación y el ser humano, desde siempre, ha tratado de escapar a este orden de las cosas, ésta es la “búsqueda de la intimidad perdida” (Bataille: 75). Un camino que se nos abre es el de la religión, que es una forma angustiosa de regresar al orden divino —es por eso que se pudo comparar al religioso con el neurótico obsesivo (4).
Ahora bien, el sentido de la restitución se da por entero en la destrucción: “el sacrificio destruye lo que consagra”, el sacrificio rompe el lazo que une la ofrenda con el mundo de la utilidad de las cosas y —al mismo tiempo— esta separación tiene el sentido de una consumation o un consumo definitivo, al igual que el comer, de esta manera la ofrenda no puede ser devuelta al orden real. “El mundo íntimo se opone al real” (5).
En la literatura encontramos esta lógica, las palabras desgastadas por su uso servil son restituidas al orden divino de las creaciones. La poesía, "representante de la representación" (Vorstellungsrepräsentanz) de la Literatura, nos libera del imperio del contenido cuando anula los sentidos comunes de las palabras dándoles otros significados, propiciando nuevas variaciones, lo poético despliega el puro significante haciendo de la palabra Litoral (6), sin ningún intento utilitarista, lleva al lenguaje a separarse de las cosas, sólo así puede proponer Bakhtine, “una nueva zona de construcción de las figuras literarias de la novela” (Sanjinés: 39)
Filosofía y Literatura
La posición de Bataille —no solo su estilo— sino sus concepciones del consumo, así como su análisis de la economía, se encuentra en la zona de batalla entre la filosofía y la literatura.
Existe, desde los griegos, una pugna entre la filosofía y la literatura (7). Sócrates condena la poesía por falsa y por incitar el deseo erótico; pone en duda la sabiduría de Homero. Según Sócrates, Homero ha educado a Grecia, pero, al mismo tiempo, sostiene irónicamente, que la única parte socialmente valiosa consiste en “himnos a los dioses o celebraciones de los hombres buenos” (Bloom: 59), es decir, casi nada. Sin embargo, en la “República” de Platón, acontece un hecho que, de alguna manera, resuelve tal disputa siguiendo la idea central de dos dominios separados y no complementarios, pero que tienen en común su continuidad: la tradición y la rebelión.
Al comienzo de la “República” (8) se narra que Sócrates se encuentra con sus amigos en la casa del prestigioso anciano Céfalo, donde discuten sobre la justicia y la comunidad ideal. Céfalo, un poco antes de la intervención de Sócrates, habla con la lengua de la experiencia, no con la del filósofo, él representa la vida lograda según la tradición patricia. Habla de la vejez como una parte natural de la vida y que ésta le proporciona libertades: la pasión amorosa no es una necesidad imperiosa; la riqueza sólo sirve para evitar las deudas, los agravios y la explotación del prójimo. Sócrates descubre en las palabras de Céfalo una vida bien lograda según la tradición, una vida que puede prescindir de la reflexión filosófica. Cuando comienza el discurso de Sócrates, Céfalo se retira para ofrecer un sacrificio a los dioses y dice: “—Así pues —dijo Céfalo— os entrego la conversación a vosotros; porque conviene que yo me ocupe ahora de mi sacrificio.”, la dimensión sagrada se retira de la dimensión racional. El fantasma de la vida bien lograda queda fuera de la reflexión racional.
El sacrificio de la “parte maldita” busca lograr esa vida bien vivida que representa Céfalo; las civilizaciones del potlatch, con sus leyes fundamentales, organizan esta manera de vivir:
“—Un excedente de recursos de los que la sociedad dispone de manera constante, en ciertos puntos, en ciertos momentos, no puede ser objeto de una apropiación plena (o no puede hacerse un empleo útil, no se puede emplear para el crecimiento de las fuerzas productivas), pero la dilapidación de este excedente se convierte ella misma en objeto de apropiación.
—Lo que es apropiado en la dilapidación es el prestigio que ella da al dilapidador (individuo o grupo), que es adquirido por él como bien y que determina su rango.
—Recíprocamente, el rango en la sociedad (o el rango de una sociedad en conjunto) puede ser apropiado de la misma manera que un útil o un campo. Aunque, finalmente, es fuente de beneficio, su principio no está menos determinado por la dilapidación de recursos que habrían podido, en teoría, ser adquiridos [XXXV]” (Bataille: 89)
En la Literatura, el acto de Céfalo se verifica cuando la Literatura se retira y toma la palabra la filosofía. La Literatura se sacrifica, se une a la sabiduría. Ésa es su manera de religare.
Los elementos que la Literatura inmola en su sacrificio forman parte de lo útil: el lenguaje como “medio de comunicación”. La Literatura sacrifica el lenguaje útil arrancándolo del orden de las cosas, pero, al mismo tiempo, ama al lenguaje. La destrucción, consumation, del lenguaje, tiene que ver con los sentidos que ligan las palabras a las cosas, en eso consiste todo su sacrificio, en arrebatarle a lo útil el lenguaje. Bataille sostiene que la víctima entra en la intimidad de los sacrificantes “es uno de ellos y en la fiesta donde perecerá, canta, danza.” (Bataille: 77). Una condición de la Literatura —estructurada como un sacrificio— es desordenar el lenguaje, liberarlo del sentido. La Literatura, en su consumation, reduce al Otro del lenguaje a su Real, a su sinsentido.
Notas:
(1) George Bataille. La Parte Maldita. Trad. Lucía Ana Belloro y Julián Manuel Fava. (Buenos Aires: Ediciones Las Cuarenta; 2007)
(2) Palabra intraducible. En la edición de Edhasa se dice que se opta por la palabra “destrucción” teniendo en cuenta que es, a la vez, la forma y el método. En la edición de Fava, se aclara que se utiliza el sustantivo “consumo” con énfasis en que es un consumo que no presenta contrapartida.
(3) Javier Sanjinés. Estética y carnaval. (La Paz: Ediciones Altiplano; 1984)
(4) “Pueden ir más lejos y percibir al mismo tiempo por qué se pudo comparar al religioso con el neurótico. El religioso no es en absoluto neurótico, es religioso. Pero se le parece porque también hace estratagemas en torno de lo que es el deseo del Otro. Sólo que como es un Otro que no existe puesto que se trata de Dios, hay que darse a sí mismo una prueba. Entonces se simula que él demanda algo, por ejemplo, víctimas. Por eso se confunde esto fácilmente con la actitud del neurótico en particular, obsesivo. Y es que se asemeja enormemente a todas las técnicas de las ceremonias sacrificiales.” J. Lacan. Mi Enseñanza. (Buenos Aires: Paidós; 2007) Pág. 56.
(5) Primera alienación del sujeto.
(6) “Tachadura de ninguna huella que esté de antemano, es lo que hace tierra del litoral. Litura pura es lo literal. Producirla es reproducir esa mitad sin par por la que subsiste el sujeto” (…) “Entre centro y ausencia, entre saber y goce, hay litoral que sólo vira a lo literal si pudiesen, a ese viraje, considerarlo el mismo en todo instante. Sólo a partir de eso pueden ustedes considerarse como el agente que lo sostiene.” J. Lacan. Lituratierra. En: Otros Escritos. (Buenos Aires: Paidós; 2012). Págs. 24-25
(7) Harold Bloom. ¿Dónde se encuentra la sabiduría? (Madrid: Punto de Lectura; 2006)
(8) Platón. La República. (Madrid: Espasa-Calpe; 2005). Libro Primero. Sócrates en el Pireo para las fiestas en honor de Bendis. Capítulos II-V.