La Antropotécnica. El libro de Peter Sloterdijk: “Has de cambiar tu vida”
Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
“Quien busque hombres encontrará acróbatas”
(Peter Sloterdijk)
¿Es
posible una antropología del ejercicio? La respuesta de Peter Sloterdijk, es la
exploración de un neologismo creado por él mismo: “Antropotécnica”.
Antropotécnica
La
“Antropotécnica” es la práctica del ejercicio mediante el cual nos “superamos a nosotros mismos”,
encontramos entonces, la misma frase que se desparrama bajo incontables rostros
por doquier en este tiempo vertiginoso de la técnica y del consumo.
Pero,
Peter Sloterdijk (1), el más importante filósofo alemán vivo, en su libro: Has de cambiar tu vida.
(Valencia: Pre-Textos, 2012), no se conforma con enunciar este lema tan
conocido, tan repetido por cualquier libro de autoayuda, su reflexión se aleja
de estos sentidos comunes y avanza, desde el origen de esta frase hasta
examinar las “tensiones verticales” que nos arrastran al camino elemental del
“progreso” y del “desarrollo personal” (las comillas atañen aquí, no a la
extrañeza de este tipo de términos, sino a su desgastado prestigio).
Comencemos por el principio
El
Sócrates inventado por Platón había descubierto el fenómeno de la ejercitación
para lograr ir más allá de uno mismo, esta característica de la cultura
occidental, se encontraba velado bajo la expresión: de que el hombre es el ser
que potencialmente es “superior
a sí mismo”. Peter Sloterdijk, interpreta que con esta frase encontramos
que todas las llamadas “culturas”, “subculturas” o “escenarios” están
construidos sobre “diferencias-guía”,
que polarizan el comportamiento humano.
De
este modo, las culturas ascéticas,
conocen la diferencia-guía de lo
perfecto versus lo imperfecto; las culturas religiosas, la de lo sagrado versus lo profano; las
culturas aristocráticas,
la de noble versus villano; las militares,
la de valiente versus cobarde; las políticas, la de poderoso versus carente de poder; las administrativas, la de
superior versus subordinado; las atléticas,
la de excelencia versus mediocridad; las económicas, la de abundancia versus carestía; las cognitivas, la de saber
versus ignorancia; las sapienciales,
la de iluminación versus ceguera.
El
común denominador de todas estas diferencias
directrices o diferencias-guía, es que todas toman
partido por el primer valor, que entonces funciona como lo que atrae
(Sloterdijk utiliza un término tomado de la matemática: atractor, esa especie de imán que atrae un
sistema hacia un determinado comportamiento) y el segundo valor como lo que
debe sufrir una repulsa o lo que debe ser dejado atrás.
Las
diferencias-guía conducen a las “tensiones verticales” que, en
los sistemas psíquicos, se encargarían de la orientación. Sloterdijk señala,
que si la antropología quiere aún mantenerse cerca de los “vectores esenciales”
de la condición humana, no debe dejar de lado tales “magnitudes direccionales”,
esas fuerzas de atracción dispuestas “desde arriba” que considerándolas nos
ayudan a hacer comprensible por qué el Homo Sapiens se ha desarrollado y ha
llegado a convertirse en el animal de tendencias ascendentes, en ese ser
condenado a “fatigas suprarrealistas”. “Quien busque hombres encontrará acróbatas” —sostiene
Sloterdijk.
Con Michel Foucault (2)
Cómo
no encontrar aquí la influencia de Michel Foucault —a quien Sloterdijk llama
wittgensteiniano—, cuando éste desarrolla su reflexión sobre la noción griega:
“epimeleia heautou”, “inquietud de sí mismo”, advirtiendo que esta
idea quedó oculta tras el “gnothi seauton”,
“conócete a ti mismo”, pero que si
revisamos los recorridos de las diferentes formas de filosofía, de las
diferentes formas de ejercicio, de prácticas filosóficas o espirituales,
encontramos que la “inquietud de sí mismo”,
se expresó en una serie de fórmulas: “ocuparse
de sí mismo”, “cuidar de sí”, “retirarse hacia sí mismo”, “complacerse en sí mismo”, “no buscar otra voluptuosidad que la que hay en uno
mismo”, “ser amigo de sí mismo”,
etcétera, que dentro de cierta tradición nos hace desistir de dar a todas estas
fórmulas un valor positivo, de hacer de ellas el fundamento de una moral, como
si el individuo se replegara de los otros, incapaz de sostener una “moral
colectiva” más altamente positiva y no le quedara más remedio que ocuparse de
sí mismo. Y, sin embargo, en Sócrates como en Gregorio de Nisa, el ocuparse de
sí mismo, tiene siempre un valor positivo, jamás uno negativo.
Paradójicamente,
las morales más austeras, más estrictas y rigurosas que Occidente haya
conocido, reaparecerán luego en una moral moderna, bajo el ropaje casi irónico
de una “obligación a renunciar a sí mismo”, y de una “obligación hacia los
otros”, hacia el prójimo, la clase, la colectividad, la patria. Es decir y,
hacia esto Michel Foucault dirige toda su agudeza filosófica, la moral moderna
del “no egoísmo” se funda —irónicamente— en la obligación de “ocuparse de sí mismo”.
“Has de cambiar tu vida”
Leyendo
el poema de Rainer María Rilke: “Torso
de Apolo” (3), en el que, al final, oscura, aparentemente sin relación
con el texto anterior, se lee la frase: “Has de cambiar tu vida” Sloterdijk encuentra que en
ella se expresa toda la potencia de la “cosa” —un torso de Rodin, objeto del “poema-cosa” (4).
“Tal fuerza de apelación subyace de forma exquisita en
el objeto aquí evocado. Sería perfecto aquello donde se articula un teorema
total de lo que significa ser. La prestación del poema es, ni más ni menos, percibir
el teorema del ser en la cosa y equipararlo a su propia existencia, con la
finalidad de que ella misma se convierta en una creación preñada con un mensaje
de una alcurnia similar.” (Sloterdijk, pág. 38)
La
palabra griega: sophromein
(ser-juicioso), pronunciada por Heráclito, tiene una conexión exacta con la de
Rilke: “Has de cambiar tu vida”, ya que
la definición que hace Sócrates de la prudencia, sophrosýne,
es el “dominio de las pasiones” para, luego, llamar la atención sobre esa
particular autorregulación, puesto que si se enuncia prudencia y sensatez como
dominio de las pasiones, entonces, existe una diferencia dramática del hombre
respecto de sí mismo. “Lo cual quedará
atestiguado en el dicho de que se es «más fuerte que uno mismo» (kreitto
autoú), expresión que también es traducida por «superior a sí mismo».”
(Sloterdijk, pág. 217)
Ascética y ejercicio
“Siempre que se trate de hacer aparecer lo imposible
como un ejercicio fácil entrará en juego la acrobacia” (Sloterdijk, pág.
254). El mensaje del acróbata es en realidad una lección moral: “para personas
como nosotras algo así no es nada”, donde “acróbata” debe leerse como aquél
instruido en la especialidad de lo imposible, causar impresión es una especialidad
secundaria. El acróbata, además, es el ejercitante por excelencia y el
ejercicio es, de acuerdo a Sloterdijk, “[…] cualquier operación mediante la cual se obtiene o se mejora
la cualificación del que actúa para la siguiente ejecución de la misma
operación, independientemente de que se declare o no a ésta como un ejercicio.”
(Sloterdijk, pág. 17)
El
hombre no se “autoproduce”, sino que se “ejercita” acicateado por un sentido
inmunológico frente a su vulnerabilidad ante el destino y ante la muerte,
desarrollando una serie de “armas mentales”, que Sloterdijk denomina “Antropotécnica”, que consiste
en los procedimientos de ejercitación físicos y mentales.
El
hombre se ejercita, pero, aún más, el hombre es el ser vivo que no deja de
ejercitarse, así como lo necesario es
aquello que no cesa de escribirse (Lacan dixit), es decir, de repetirse. “[…] si ejercitarse significa repetir de tal manera un
paradigma de acción que a consecuencia de su ejecución mejora la disposición
para la próxima repetición. Así como Herr K.
—sonríe irónicamente Sloterdijk—
prepara continuamente su próximo error, así también el común de los seres
humanos toma sin cesar las precauciones necesarias para seguir siendo como era
hasta ese minuto.” (Sloterdijk, pág. 518)
Notas y bibliografía
(1) Peter
Sloterdijk. Has de cambiar tu
vida. (Valencia: Pre-Textos, 2012). Trad. Pedro Madrigal.
La
obra principal de Peter Sloterdijk, su opus
magnum es, sin duda, Esferas,
publicado en tres largos tomos y traducidos al español por Ediciones Siruela.
(2)
Michel Foucault. La
hermeneútica del sujeto. (México: Fondo de Cultura Económica, 2009).
Trad. Horacio Pons.
(3)
Torso arcaico de Apolo
(Rainer María Rilke)
«No conocimos su
cabeza inaudita,
donde maduraba el
globo del ojo. Pero
su torso sigue
ardiendo como un candelabro,
en el que se
mantiene y brilla, solo que reducida,
su contemplación. Si
no, no podría deslumbrarte
la proa de su pecho,
ni podría ir
en el leve contoneo
de su cadera una sonrisa
hacia aquel centro
de procreación.
Si no, esta piedra
estaría desfigurada y corta
bajo la caída
transparente de la espalda
y no centellearía
como una piel de animal de presa:
y no estallaría
desde todos sus bordes
como si fuera una
estrella: pues no hay ahí sitio alguno
que no te mire a ti.
Has de cambiar tu vida.»
En: Peter
Sloterdijk. Has de cambiar tu
vida. O. C. Pág. 37-38. La traducción al castellano de este poema de
Rilke que se encuentra en Nuevos
Poemas II. (Madrid: Ediciones Hiperión, 1998). Trad. Federico
Bermúdez-Cañete.
(4) Dinggedicht, “poema-cosa”,
es el término acuñado por Rilke para alejarse del subjetivismo postromántico,
en él la “cosa” se opone al “yo” en el poema.