“EL GALLO DE ORO” LA SEGUNDA NOVELA DE JUAN RULFO. LA NUEVA
EDICIÓN.
Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
A Blanca Silvia Velasco, que me alcanzó el libro
"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul
y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces... Hay esperanza,
en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar. Pero no para ti, Miguel Páramo, que has muerto sin
perdón y no alcanzarás ninguna gracia."
Juan Rulfo. Pedro Páramo
Juan Rulfo. Pedro Páramo
J. L. Borges. Prólogo a Pedro Páramo de Juan Rulfo
Introducción
En “Los de Abajo”, la novela de Mariano
Azuela, se da este diálogo:
“—Oye, Curro, yo
quería icirte una cosa… —dijo Camila una mañana, a la hora que Luis Cervantes
iba por agua al jacal para curar su pie.
La muchacha andaba
inquieta de días atrás, y sus melindres y reticencias habían acabado por
fastidiar al mozo, que, suspendiendo de pronto su tarea, se puso en pie y,
mirándola cara a cara le respondió:
—Bueno… ¿Qué cosa quieres decirme?
Camila sintió entonces
la lengua hecha un trapo y nada pudo pronunciar; su rostro se encendió como un
madroño, alzó los hombros y encogió la cabeza hasta tocarse el desnudo pecho.
Después, sin moverse y fijando con obstinación de idiota sus ojos en la herida,
pronunció con debilísima voz:
— ¡Mira qué bonito
viene encarnando ya!... Parece botón de rosa de Castilla.
Luis Cervantes plegó
el ceño con enojo manifiesto y se puso de nuevo a curarse sin hacer más caso de
ella”. (1)
“Los de Abajo”, es
la gran novela de la revolución mexicana (apareció por primea vez en 1915,
aunque se la descubre en su valor literario recién en 1925), Mariano Azuela
perteneció a ese grupo de escritores de la llamada “novela de la tierra” que
buscaron una posición ética frente a la búsqueda de una identidad
latinoamericana, fundando un nuevo realismo junto con artistas como Diego
Rivera o José Orozco en la pintura mural.
En el párrafo seleccionado hay una imposibilidad de la
palabra frente al acto, la comunicación se trunca, se hace imposible, es lo que
“todavía” no puede darse, como en Kafka todo se dirige al obstáculo, al retraso.
En Juan Rulfo este legado se acrecienta, porque como
sostiene Emir Rodríguez Monegal, Juan Rulfo con su: Pedro Páramo, “aprovecha
la gran tradición mexicana de la tierra pero que la metamorfosea, la destruye y
la recrea…” (2). En la novela, es la realidad que despierta a un sueño, esa
realidad que siempre es un encuentro fallido: todos son hijos de Pedro Páramo,
no hay más que el encuentro onírico, la pesadilla.
El Gallo de Oro
“El Gallo de Oro”,
es la segunda novela de Juan Rulfo y fue poco valorada por la crítica
profesional, quizá debido a que fue considerada primero como un “guion
cinematográfico”. Sin embargo, la posterior defensa de su cualificación como
obra literaria que intentó liberarla de sus ataduras cinematográficas, corre el
riesgo de dejar de lado el interés de Rulfo por el cine, recordemos también, al
pasar, que ejerció la fotografía con mucho arte. [Su obra fotográfica se formó
entre 1940 y 1955, tiempo en el que produjo unas 6000 fotografías en blanco y
negro y unos 1000 negativos en color, mientras viajaba por todo México debido a
su trabajo].
El Gallo de Oro,
no es pues, ni un guion cinematográfico ni un “texto para cine” (como decía el
título con el que se lo publicó por primera vez), no obstante, como sostiene Douglas
J. Weatherford (3), no hay que olvidar su enlace con los intereses
cinematográficos de Rulfo. Salvando las distancias, podemos comprarlo con la
obra del escritor Manuel Puig, que también vivó en México, en el
que se ve claramente su filiación con el cine.
El Gallo de Oro es
una novela, si nos atenemos a la sencilla distinción que realizan Deleuze y Guattari
(4). En una novela corta todo se organiza en torno a la pregunta “¿Qué ha
pasado?”, el cuento por el contrario, se organiza respondiendo a la pregunta:
“¿Qué va a pasar?”. En la novela siempre pasa algo, en “su eterno presente
viviente (duración)”, integra elementos de la novela corta y del cuento.
Precisamente en la obra de Rulfo, en sus narraciones y en sus dos novelas
encontramos este “eterno presente”, con una intensidad tal que, en palabras de
Ramón Xirau, en Rulfo “sólo queda el
presente” (5), un presente desolador, de hondísima tristeza. Al reunir Juan
Rulfo en su obra, el lenguaje poético y el lenguaje popular, también mezcla
magistralmente realidad y fantasía.
Sus cuentos y la novela Pedro
Páramo están escritos en primera persona, en cambio, en El
Gallo de Oro se trata de un narrador omnisciente, es uno de los
detalles que la hace diferente a su obra, sin embargo, están presentes en ella
los demás registros comunes a toda su narrativa: El futuro herméticamente
cerrado, el fatalismo, los personajes “determinados por lo que han hecho,
quedan inmóviles ante su destino” (6).
Si en Pedro Páramo
todo tiene la apariencia de una novela realista como en Azuela, “su verdadera
sustancia es onírica” (7), en El Gallo de
Oro, en cambio, lo onírico sólo tiene un papel secundario, frente a su
filiación cinematográfica. De los “Archivos de Juan Rulfo” se tiene la noticia de que
en 1956 Rulfo se encontraba trabajando en una historia sobre el mundo de las
peleas de gallos y que le urgían terminarla para llevarla al cine, en 1959 la registra
como “argumento para cine”, pero se filma recién en 1964. En los “Archivos”
también se encontró un texto mecanografiado con el título de “Sinopsis” (8),
texto que, seguramente era una exigencia de la oficina encargada de los asuntos
de registro:
“Relata la historia de un hombre pobre llamado
Dionisio Pinzón, quien al mismo tiempo está imposibilitado para trabajar por
tener un brazo mutilado, por lo cual se dedica al oficio de «pregonero» en un
pueblo remoto de México. En cierta ocasión, y como también era utilizado como
«gritón» en el palenque, le obsequian un gallo medio muerto. Ayudado por su
madre, una mujer anciana y enferma, entierran al gallo en un pozo, dejando sólo
la cabeza de fuera. Los esfuerzos que hace Pinzón para revivir el gallo son al
fin compensados, pero cuando esto sucede su madre muere. Como quiera que no
tiene ni con qué comprar el ataúd, rompe las tablas podridas de la puerta de su
casa, haciendo una especie como de jaula, llevándola sobre sus hombros al
camposanto. La gente creyendo que lleva a enterrar a algún animal muerto, hace
burlas del Pinzón, el cual decide abandonar el pueblo para siempre
acompañándose de su gallo dorado.
En esta forma recorre largos caminos y varios pueblos
careando su gallo en las ferias donde se celebra algún palenque. Va desde San
Juan del Río hasta Chavinda, y de allí se presenta en Aguascalientes para
después ir a Rincón de Romos, ganado en todos estos sitios las peleas. En
Aguascalientes conoce a una «cantadora» apodada La Caponera, por el arrastre
que tiene con los hombres. Es una mujer alta y bragada que al mismo tiempo
canta con gran sentimiento entre una y otra de las tapadas, y que sabe despreciar
o querer a quien ella quiere. Al terminar la fiesta sacando su gallo vencedor,
se encuentra a un tal Colmenero, acompañado de La Caponera que al parecer es su
amante. Aquél es un hombre típico de los Altos, trajeado con vestido de gamuza
y que impone con sólo su presencia. Se sientan a refrescarse el gaznate en un
agachado característico de los que se instalan en las ferias. Al ver a Pinzón,
que está sentado muy cerca de ellos, se dirige a él con voz altanera
ofreciéndole comprar el gallo dorado. A lo cual Pinzón responde que no está en
venta. El alteño, valido de su riqueza, insiste una y otra vez, hasta que
viendo lo inútil de su ofrecimiento le propone hacer un trato que sólo los
galleros con mucho conocimiento conocen, uniéndose para convencerlo las
palabras de La Caponera. El Pinzón, a pesar de todo, no acepta, ya que piensa
no hacer trampas con su gallo al que le tiene plena confianza. Con todo, en el
palenque de Tlaquepaque el dorado cae muerto al enfrentarlo con uno de los de
Colmenero. Allí pierde lo que había ganado hasta entonces. Trata de reponer
algo con los albures, pero vuelve a perder. Desde donde está oye el barrullo de
la plaza de gallos. Y ya va de retirada cuando siente sobre su hombro la mano
de La Caponera. Esta le presenta un paliacate repleto de pesos y lo obliga a
seguir apostando. Entonces gana. Ambos regresan al palenque. Acepta el trato
que le ofrecía Colmenero, asociándose con este en el difícil arte de pelear
gallos.
Desde entonces Pinzón y La Caponera recorren juntos
el mundo. Ella termina por abandonar al otro hombre, acabando por aceptar
casarse con Pinzón, pues supone que la ambición de este y la afición de ella
por andar en las ferias le reportará cierto apoyo. Un día, ya con una hija
nacida de ambos, visitan a Colmenero en su finca se San Juan Sin Agua. Lo
encuentran un tanto decaído, sentado en una silla de ruedas. Juegan una partida
de Paco Grande a petición de él, en la que pierde la finca y algunas otras propiedades.
Pinzón resuelve quedarse allí a vivir, contra la opinión de su esposa. Al fin
ésta decide seguir sola su camino, pero pronto tiene que volver, ya cascada la
voz. Pinzón impone entonces sus condiciones. La finca a llegado a convertirla
en una casa de juego, y la ocupación de ella consistirá en permanecer junto a
él mientras duren las partidas, pues por experiencia llegó a la conclusión de
que sin Bernarda Cutiño, La Caponera, su suerte ya no era la misma, ya que
durante la ausencia de ella habíase mermado considerablemente su fortuna.
Así pues, y en ocasiones en que asistían concurrentes
al juego, se veía a La Caponera sentada siempre en la penumbra de la sala, ya
dormida o despierta, hasta que el aburrimiento la volvió a llevar a la bebida,
cosa que había frecuentado en su época de cantadora en las tapadas. Esto no le
importaba a Pinzón, con tal de tenerla presente como si fuera un amuleto. Ella
vestía ahora de negro, con un collar de perlas que refulgía aún en la sombra,
donde encubría su rostro adormecido por la borrachera.
De su hija poco o ningún caso hacían. Él enfrascado
en el juego, ella envuelta en el humo del alcohol. Pero lo cierto es que la
muchacha se convirtió para muchos en el terror del pueblo. Violaba jóvenes,
robaba maridos, deshacía hogares antes tan bien integrados que nada parecía
romperlos. No sabían sus padres las actividades de la hija, ni a qué horas
salía o regresaba a su casa. Y el Pinzón jamás permitió que su hija no hiciera
lo que le viniera en gana, aún ante las protestas de los que representaban a la
sociedad de San Juan Sin Agua.
Una noche, en que después de haber estado ganando en
la partida sumas grandes de dinero de pronto sintió que el monte se le
desmoronaba, lo atribuyó a distracción de su parte; pero las pérdidas seguían
una tras otra, y cuando hubo entregado hasta escrituras y documentos se levantó
furioso de la mesa y fue derecho hacia su mujer para despertarla y decirle lo
que había sucedido. La sacudió por los hombros y arrancó el collar de perlas
que tenía en el cuello. Un médico que se hallaba allí acompañando a uno de los
jugadores que padecía del corazón, se acercó a Bernarda Cutiño y calmadamente
le expresó al Pinzón que aquella mujer estaba muerta desde una hora antes.
Pinzón fue hasta el fondo de la casa y se pegó un
tiro. Al día siguiente enterraron a los dos en una misma fosa.
Ahora vemos a la hija continuando el
mismo camino de su madre, subida en un templete de una plaza de gallos,
desgajando las mismas canciones con que La Caponera alegraba el palenque.”
La nueva edición de
“El Gallo de Oro”
De “El Gallo de Oro”
de Juan Rulfo , no se conserva el original, únicamente el mecanografiado que
dispuso hacer el productor Manuel Barbachano, el texto así transcrito presenta
errores y omisiones, se le entregó a Rulfo una copia al carbón en 1959, pero él,
al parecer, nunca pensó en su publicación, después, alguien en 1980 presentó el
texto a un editor de ERA, la editorial que lo publicó por primera vez, con el
título: “El Gallo de Oro y otros textos para cine” en 1980. Rulfo estuvo
de acuerdo aunque, no hizo observaciones a la edición y se publicó con varios
errores, entre puntuación, acotaciones y agrupamientos; la nueva edición (México:
Editorial RM, 2013) es la redacción final o el texto establecido por la
Fundación Juan Rulfo. Este un ejemplo del trabajo de establecimiento del texto
(9):
En la mecanografía de Barbachano dice:
"Trai usted gallo
pa´toparle a cualquiera, amigo.
Responde. Sí… Sabe
responder-fue la respuesta de Dionisio Pinzón que salió en busca de su
“padrino”. Lo encontró en la cantina."
En la transcripción publicada de 1980:
"—Trai usted gallo
pa´toparle a cualquiera, amigo.
Responde.
"—Sí… Sabe responder
—fue la respuesta de Dionisio Pinzón, que salió en busca de su “padrino”. Lo
encontró en la cantina."
La de la nueva edición:
"— Trai usted gallo
pa´toparle a cualquiera, amigo. Responde.
—Sí… Sabe responder
—fue la respuesta de Dionisio Pinzón, que salió en busca de su padrino. Lo
encontró en la cantina."
Un “plus de gozar”
La nueva edición nos presenta, además, una rareza, el texto que
escribió Juan Rulfo para una película que Rubén Gámez filmó en 1964: “La
Fórmula Secreta”, con la que ganó el Primer Concurso de Cine
Experimental de México en 1965. El texto es un poema poderoso que acompaña a
las imágenes de la película con una “voz
en off” perteneciente al poeta Jaime Sabines y con un formato en verso
debido al escritor Carlos Monsiváis: Una reunión extraordinaria de lo mejor de
la literatura mexicana.
Aquí el poema completo:
Notas:
(1) Mariano Azuela. Los de Abajo. (Santiago de Chile:
Editorial Andrés Bello, 1984). Pág. 35
(2) Emir Rodríguez Monegal. Tradición y renovación.
En: América Latina en su Literatura. (México:
Siglo XXI Editores, 1980). Pág. 158
(3) Douglas
J. Weatherford. “Texto para cine”: El Gallo de Oro en la producción
artística de Juan Rulfo. En: El Gallo de Oro. (México: Editorial
RM, 2013). Pág. 42
(4) Gilles Deleuze, Félix Guattari. Mil Mesetas. Capitalismo y
esquizofrenia. (Valencia: Pre-Textos, 2008). Págs. 197-199
(5) Ramón Xirau. Crisis del realismo. En: América Latina en su Literatura. Op.
Cit. Pág. 185
(6) Ramón Xirau. Crisis del realismo. Op. Cit. Pág.
200
(7) Xirau. Ibídem.
(8) Juan Rulfo. Sinopsis. En: El Gallo de Oro. Op.
Cit. Pág. 75
(9) Ibídem. Pág. 11