Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
“Pues la fidelidad a la envoltura formal del síntoma,
que es la verdadera huella clínica a la que tomábamos gusto,
nos llevó a ese límite en que se invierte en efectos de creación”.
Jacques Lacan.
De nuestros antecedentes
1 , El
síntoma analítico
Partimos de
una distinción: La estructura clínica en la psiquiatría es diferente de la
estructura clínica en el Psicoanálisis.
En el campo
psiquiátrico es posible una génesis de la enfermedad mental, existiría algo
como punto de partida de la enfermedad mental. En el campo del Psicoanálisis,
no es posible hablar de una génesis en un sentido de evolución, sino de una posición subjetiva respecto de lo que
“se dice”.
En la
estructura clínica introducida por Lacan se da una inversión de la estructura
clínica médico-psiquiátrica. La estructura clínica en Psicoanálisis se vincula
con la posición subjetiva que hace posible la relación del sujeto con el Otro,
este Otro es donde se inscribe el
inconsciente estructurado como un lenguaje.
Esta distinción
del Psicoanálisis del campo médico psiquiátrico, se muestra completamente en la
elaboración del concepto de síntoma. J-A
Miller parte de la idea primera de síntoma como una disfunción pero, al mismo
tiempo, la palabra “síntoma” agrega algo nuevo: que la disfunción revela una
verdad, es más, la verdad se presenta siempre bajo la forma de síntoma, “como
un elemento que perturba el saber” (1),
por eso, el sujeto sabe que el síntoma le pertenece pero no sabe lo que es,
para Lacan eso constituía una relación extraña del sujeto con su saber sobre sí
mismo.
El síntoma
además de tener un efecto de verdad, tiene también la forma de un mensaje y
para que un mensaje funcione es necesario que alguien lo crea, Lacan lo llamó
sujeto-supuesto-saber. “El sujeto-supuesto-saber es el
‘síntoma-supuesto-palabra’”(2)
Al introducir
la creencia en el síntoma, se
introduce también un sentido al sufrimiento, se transforma al síntoma en una
entidad que habla. Sin embargo., como constatamos en el síntoma no existe una
voluntad de decir, en cambio, en las otras formaciones del inconsciente no es
necesaria la creencia.
Hay pues, en
conclusión, un desplazamiento de la definición de síntoma en el Psicoanálisis
orientado por Lacan.
2. Goce y síntoma
Este
desplazamiento operado por la orientación lacaniana se traduce en que el
síntoma es separado de su relación con lo patológico de la visión psiquiátrica
o psicoterapéutica, así, el síntoma es
para todos, es un síntoma generalizado, pues de acuerdo a Lacan no hay relación
del sujeto con otro goce que el sintomático, es decir, un goce regulado por el inconsciente estructurado como un
lenguaje.
El goce es
siempre un acontecimiento del cuerpo, en la Ética del Psicoanálisis Lacan
sostiene que el campo del goce puede definirse como: “todo lo que corresponde a
la distribución del placer en el cuerpo.”(3)
Ahora bien, lo
que goza siempre es una parte del cuerpo, porque cuando todo el cuerpo es
invadido por el goce se produce la muerte del sujeto como ser hablante, como lo
ejemplifica el autismo(4).
El ser humano, como cuerpo sólo es goce, viene la palabra y lo divide, es
cuerpo y lenguaje y, mientras más habla, mientras más campo gana la palabra, es
menos cuerpo, menos goce.
El síntoma es
pues, una función del goce(5). Es, primero, una manera de gozar más que de
hablar.
3. Sujeto
y síntoma
Cuando alguien
viene a consulta, viene con un malestar, algo no anda y eso le produce
sufrimiento, problemas, obstáculos, todo esto, que puede ser identificado a uno
de los cuadros clínicos del DSM, no constituyen aún un síntoma analítico. El
sujeto usa metáforas para explicar su sufrimiento y cuando el analista le
pregunta qué quiere decir con eso provoca que el sujeto se involucre con
aquello que intenta decir. Por eso, en una primera aproximación, Lacan hacía
del síntoma una metáfora, es decir, una función del significante, de esa manera
era posible descifrar la cadena hablada para liberar el sentido del síntoma.
Al hacer que
el sujeto cambie su posición en relación con lo que dice se provoca una
dificultad en el sujeto, éste viene con una carga de sufrimiento del que quiere
liberarse rápidamente y piensa que debe concentrarse en lo esencial de su
problema y no ir por otros rumbos, pero es precisamente hablar sistemáticamente
de lo que le pasa lo que refuerza el síntoma, por eso Freud opone la asociación
libre a hablar sobre el síntoma no analítico.
En un segundo tiempo,
Lacan redefine el estatuto del síntoma, pues había algo que no se podía
explicar: su fijeza, su retorno, su insistencia, su repetición, diferente de
las otras formaciones del inconsciente: el acto fallido, el chiste, el sueño;
caracterizados por lo efímero. Así
pues, surgía la necesidad de transformar el significante para explicar en qué
se convierte en el síntoma función del
goce.
Decir que no
hay relación del sujeto con otro goce que el sintomático, no quiere decir que
todos los síntomas son equivalentes, sino que son síntomas todas las diversas
fijaciones, las diversas modalidades de acceso al goce de las cuales cada uno
dispone sean o no conformes a las normas de una sociedad en una época
determinada.
El síntoma se
instala ante la imposibilidad de la relación sexual. No hay relación entre
sexos pues no existe equivalencia entre ambos, el complejo de Edipo es
diferente para los varones que para las mujeres, la relación sexual siempre va
ser mediada por la falta, no existe una relación “natural” entre hombre y
mujer, como sí existiría entre el resto de los animales; entre los seres
humanos se da la elección del partenaire,
es decir, inventamos diferentes rasgos para “reconocer” al partenaire, para
elegirlo. Cuando un hombre y una mujer eligen se encuentran con que no todas
las posibles parejas están autorizadas, sino solamente algunas, para Lacan todo
esto proviene del Edipo freudiano, puesto que es la matriz que indica al
compañero prohibido. Tanto en la mujer como en el hombre el objeto perseguido
es la madre, que es, al mismo tiempo el objeto prohibido y si la madre está
prohibida entonces debe hacerse una “elección” y sustituirla, lo que implica
que no va a ser una elección satisfactoria. Aquí se instala el síntoma.
Pero, además,
existe una correlación entre la curiosidad sexual –que es deseo de la madre– y el deseo de saber, la neurosis interroga
esta frontera entre saber y goce. La curiosidad sexual se halla relacionada al
querer saber sobre el goce, pero que, por la prohibición del incesto se hace
imposible, es decir, si queremos gozar tenemos que apartarnos del verdadero
objeto del goce.
Para el
obsesivo el goce sólo puede ser un convenio con el Otro, que siempre se
autoriza mediante un pago.
Para la
histérica el goce es planteado como un absoluto a partir del cual se despliegan
las variaciones de un deseo insatisfecho. Para el sujeto
el precio a pagar por el saber sobre su goce es la renuncia al goce.
Notas
(1) Miller,
Jacques-Alain. El Partenaire-Síntoma.
(Buenos Aires: Paidós, 2008). Pág. 26
(2) Id. Pág. 60
(3) Goce en: Elementos para una Enciclopedia de Psicoanálisis. AA. VV. (Buenos Aires: Paidós, 1996)
(4) Najles, Ana Ruth. El Niño Globalizado. (La Paz-Bolivia: Plural
Editores, 2000)
(5) J-A Miller explica que
fue Frege (matemático y lógico) quien consideraba que toda frase del lenguaje podía ser reducida en términos de función
y variable, por ejemplo. Β(x), donde “beta” es la función y x la variable,
sostener que el síntoma es función del goce, quiere decir que el valor del síntoma depende del goce.
Bibliografía
Lacan,
Jacques. Escritos. Editorial Siglo XXI, México, 1998.
Matet,
Jean-Daniel. El síntoma es lo más real que muchas personas tienen. En:
Presentación de Lacan. Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1988
Miller,
Jacques-Alain. Dos dimensiones clínicas: Síntoma y Fantasma.
Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1984
Miller,
Jacques-Alain. El Otro que no existe y sus comités de ética.
Editorial Paidós, Buenos Aires, 2005
Miller,
Jacques-Alain. El Partenaire-Síntoma. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2008
Najles, Ana
Ruth. El Niño Globalizado. Plural
Editores, La Paz-Bolivia, 2000
Viltard,
Mayetee. Goce en: Elementos para una Enciclopedia de Psicoanálisis. AA.
VV. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1996