lunes, 3 de noviembre de 2014

El deseo y su interpretación. A propósito de la primera edición del Seminario 6





















El deseo y su interpretación. A propósito de la primera edición en castellano del Seminario 6

 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

“La cosa freudiana es el deseo. Así es, al menos, como nosotros la enfocamos este año, por hipótesis, pero sostenidos como estamos por la marcha concéntrica de nuestra búsqueda precedente.” 
Jacques Lacan. El deseo y su interpretación

Introducción

La edición escrita de los seminarios de Jacques Lacan ha ido apareciendo poco a poco, como gotas de agua. Encargado de su publicación, Jacques-Alain Miller, se tomó su tiempo para publicarlos. Se trata por supuesto, de la edición denominada “autorizada”, “establecida”, lo que quiere decir la versión “oficial”. Tres significantes que intentan oponerse a las múltiples versiones que circulan por la red de redes, entre ellas la estenotipia —al alcance de todos— en la página de la École Lacanienne de Psychanalyse.
Miller se comprometió con el propio Lacan a editar veinte seminarios de los 25, ya consiguió 16, hay uno más que se constituye en el seminario jamás dictado: “Los nombres del padre”.
Los escritos oficiales, establecidos, autorizados, etc. se produjeron en desorden, el penúltimo en aparecer fue O… peor, Seminario 19 en 2011, en francés por ediciones Du Seuil, y su traducción al castellano en 2012 por Paidós, el último es el Seminario 6, El deseo y su interpretación, en 2013 (Editions de La Martiniére et Champ Freudien Éditeur)  y su traducción al español es de Octubre de este año (2014) editado por Paidós. Queremos utilizar esta edición para echar una mirada al deseo desde Lacan.

El deseo en Freud

El concepto de deseo tiene un desarrollo desigual en Freud y en Lacan. Lacan, en su “retorno a Freud” distinguió entre necesidad, demanda y deseo, desde ese punto elevó al “Wunsch” freudiano a un rango jamás alcanzado en Freud. Una etapa muy importante del seminario de Lacan se constituyó sobre la noción de deseo; su famoso Grafo del deseo es, seguramente, uno de los esquemas desarrollados por Lacan más estudiados.
El concepto de deseo en Freud cumple un camino con varias bifurcaciones, transitemos por las más importantes.
En Freud el deseo no aparece como punto central de su obra, por otra parte es “deseos”, en plural, difiriendo desde el deseo de un objeto concreto, al cumplimiento alucinatorio de su meta.
En Freud habrá que esperar hasta su “Die Traumdeutung”, “La interpretación de los sueños”, para agarrar algo del “deseo”, en singular, particularmente no se encontrará el deseo fuera del cumplimiento de deseo: “Wunscherfüllung” y esto ocurre en el ámbito alucinatorio del sueño, además Freud relaciona estrechamente el lenguaje pulsional y el lenguaje del deseo en el sueño. En el sueño se alucina, los pensamientos quedan reemplazados por las alucinaciones, por eso el sueño se vive, no se piensa, lo más verdadero del soñante se da en el sueño, de tal manera que para Freud el deseo está determinado por aquello que se realiza de manera alucinatoria, principalmente en el sueño, pero también en lo que podemos considerar “sueño diurno”.
En Freud, el término deseo, “Wunsch”, aparece como articulador de los materiales del sueño, visuales y auditivos, es el modo en que en el sueño se ordenan y organizan, así el deseo es un “deseo en acción”. El sueño es la realización de un deseo y el deseo su motivo, hay traslado de los deseos ocasionales como motivos del sueño, es el deseo como realización. En el sueño hay un levantamiento de la culpabilidad del deseo del soñante, culpabilidad que hay que ubicar en la infancia. La interpretación de los sueños, en su forma clínica, demuestra esta presencia de la infancia como lugar de la “satisfacción primera”, el deseo por lo tanto, se convierte también, como el sueño lo anuncia, en la suspensión provisional de su realización, de ahí su naturaleza alucinatoria.

El deseo en Lacan

Para Lacan la referencia freudiana del deseo a la “primera satisfacción” es considerada como mítica y como tal, pertenece a la pérdida de lo biológico en el deseo.
Las necesidades del cachorro humano como organismo transitan —a diferencia de los animales— por la vía de entrada al lenguaje, en él todo se transforma, aparece la demanda, el sujeto hace su aparición con la demanda, como significante, por eso toda demanda es demanda de amor, el juego del Fort-Da lo atestigua. Ahí donde emerge el sujeto algo se pierde para siempre, pues el sujeto estará siempre dividido, tachado, alienado por el lenguaje, que siempre es lenguaje del Otro, el lugar de la falta, el “tesoro del significante”, donde todo discurso tiene su sanción, el sujeto se mueve pues hacia el lugar que enuncia: “¿Qué quieres?”
En una sucesión lógica —no temporal— el sujeto se encuentra con el código, con la batería de significantes, el niño se dirige a quien sabe hablante, lo ha visto hablar, se da cuenta que todas sus necesidades deben pasar por ese desfiladero si quiere que sean satisfechas, al encontrarse con el código el “infans” debe articular un mensaje retroactivamente (por eso es una sucesión lógica no temporal) para dirigirse al Otro, hay llamada de su presencia, el Otro puede responder o no, así el niño comienza como súbdito, “assujet”, dice Lacan (1), está pues sometido al capricho articulado del Otro. Tiene lugar aquí, el primer encuentro con el deseo, “el deseo como algo que en primer lugar es el deseo del Otro” (J. Lacan) (2).
Recapitulemos brevemente. Encontramos aquí la tríada singular y particularísima de Lacan: necesidad-demanda-deseo. La necesidad tiene que pasar forzosamente por el desfiladero del lenguaje, así se entiende que al sujeto le llegue su propio mensaje desde el Otro en forma invertida, más aún, la demanda determina la necesidad (una vez más recordemos que es una sucesión lógica no temporal). La necesidad pasa al campo del Otro, no es más del sujeto.
“Son en primer lugar los de una desviación de las necesidades del hombre por el hecho de que habla (…) del hecho de que su mensaje es emitido desde el lugar del Otro.” (J. Lacan) (3)
Lacan articula además, la demanda con la frustración freudiana, pues las necesidades ya no son más del sujeto, se encuentran labradas, transformadas por las palabras del Otro, alienada la necesidad, la demanda no es más la satisfacción que reclama, se convierte en el reclamo de la ausencia-presencia del Otro, par oposicional que es el soporte de la organización simbólica.
“Es demanda de una presencia o de una ausencia. Cosa que manifiesta la relación primordial con la madre, por estar preñada de ese Otro que ha de situarse más acá de las necesidades que puede colmar.” (J. Lacan) (4)
Es la relación con la madre, aquél ser provisto del privilegio de privar de la satisfacción de las necesidades.
“Ese privilegio del Otro dibuja así la forma radical del don de lo que no tiene, o sea lo que se llama su amor.” (J. Lacan) (5)
La donación que se pide del Otro es, debido a la demanda, una promesa de amor incondicionado, la necesidad pierde su particularidad, la demanda es sólo presencia-ausencia del Otro, su prueba de amor.
“Así el deseo no es ni el apetito de la satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de la sustracción del primero a la segunda, el fenómeno mismo de su escisión (Spaltung)” (J. Lacan) (6)
Algo de la necesidad queda excluida en la demanda, es el deseo, la diferencia simétrica de la necesidad y la demanda, el deseo queda como “el poder de la pura pérdida” (J. Lacan) (7). El objeto específico de la necesidad, pierde su “naturalidad” y entra, con la demanda, en el desfiladero metonímico, a partir de ahí, ningún objeto tendrá más un valor fijo, siempre será reemplazable, el deseo es siempre deseo de otra cosa, es la traducción del afecto humano por excelencia: el aburrimiento. Mediante la demanda, el objeto de la necesidad queda obliterado y con ello la posibilidad de satisfacción esencial. En la tríada necesidad-demanda-deseo, la noción de demanda, como sostiene Diana Rabinovich (8), es una de las grandes innovaciones de Lacan.

El Grafo del Deseo

 

 


El Grafo del Deseo fue desarrollado por Lacan a partir de la estructura del chiste en el Seminario V, "Las Formaciones del Inconsciente", continuado después en el Seminario VI, "El Deseo y su Interpretación".
En el chiste —de acuerdo a Freud— el sentido siempre aparece sobre el fondo de un sin-sentido, el chiste deja en suspenso la razón articuladora del discurso y hace aparecer un sentido nuevo, secreto.
En el esquema que construye Lacan se localizan los principales elementos que constituyen la entrada en el sentido del sin-sentido y su transformación o, más bien, su “conservación con cambio”, el “Aufhebt” de la dialéctica hegeliana.
¿Cuál es el objeto de este esquema, que después será conocido ampliamente como Grafo del Deseo? Lacan mismo responde: “Mostrarles las relaciones, esenciales para nosotros en la medida en que somos analistas, del sujeto hablante con el significante.” (9)

Adenda

Presentamos aquí un poema extraordinario de Paul-Jean Toulet, al que Lacan leyó asiduamente en su juventud, que nos presenta Jacques-Alain Miller en su Marginalia del seminario sobre el deseo.


Notas bibliográficas:

(1) Jacques Lacan. Las Formaciones del Inconsciente. Seminario V. Trad. Enric Berenguer. (Buenos Aires: Paidós, 1999). Pág. 195
(2) Jacques Lacan. El Deseo y su Interpretación. Seminario VI. Trad. Gerardo Arenas. (Buenos Aires: Paidós, 2014). Pág. 24
(3) Jacques Lacan. La significación del falo. En: Escritos II. Trad. Tomás Segovia. (México: Siglo XXI Editores, 1998). Pág. 670
(4) Ibídem.
(5) Ibídem.
(6) Ibídem. Pág. 671
(7) Ibídem.
(8) Diana S. Rabinovich. El concepto de Objeto en la Teoría Psicoanalítica. (Buenos Aires: Manantial, 2003)
(9) Jacques Lacan. El Deseo y su Interpretación. O. C. Pág. 37

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