viernes, 12 de octubre de 2012

La Metáfora Paterna y los Tres Tiempos del Edipo



La Metáfora Paterna y los Tres Tiempos del Edipo



Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés


Introducción

¿Cuál es –de acuerdo a Lacan– la pregunta fundamental del sujeto, de cualquier sujeto surgido de las leyes del significante?: “¿Qué soy” (1). Es decir, la pregunta fundamental, ése del “to be or not to be” (la utilización de la frase shakesperiana es de Lacan), es ¿qué soy, un hombre o una mujer? El sujeto encuentra su lugar en un aparato simbólico que lo espera, no podemos decir que lo “acoge”, y que instaura la ley de la sexualidad. La ley que le permite al sujeto “realizar su sexualidad en el plano simbólico” (2). Esto es el Edipo.
En Freud, el Complejo de Edipo es la relación del niño con el falo, que es la simbolización del pene, no se trata del órgano masculino en su integridad anatómica, sino de lo que “sobresale” a la mirada. Los dos niños “masculino” y “femenino” se percatan de él pero, más significativamente, la niña que, según Freud: “Al instante adopta su juicio y hace su decisión. Lo ha visto, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo” (3). La distancia entre la diferencia sexual, se define por cierta mirada. El niño hará del pene el soporte de la simbolización fálica: ya que el pene podría faltar, erige un monumento, así el falo tiene una mejor permanencia. Para la niña la falta originaria no se simbolizará de la misma manera, su soporte será su imagen especular; la mujer, en lugar de identificarse al significante 1 que es el falo (ϕ), permanecerá en el  -ϕ.

La Metáfora Paterna

A “la metáfora paterna concierne la función del padre” (4), la función padre no tiene nada que ver con la ausencia o presencia física del padre, es decir, no interesa si el padre de un sujeto viajaba mucho y lo abandonaba o tenía problemas con la madre, el Edipo se constituye también, cuando el padre está ausente, el padre existe incluso sin estar. El padre siempre está en el complejo de Edipo. Al comienzo, en el fundamento del complejo de Edipo, el padre está vinculado con la prohibición del incesto, prohíbe la madre, él es el encargado de representar está prohibición. Esto es el padre como función, “el padre es el padre simbólico” (5) y la manera de precisar mejor la noción de padre simbólico es sosteniendo que es una metáfora y una metáfora es lo que en psicoanálisis se denomina “identificación” a diferencia de una “comparación”, por identificación un significante viene en lugar de otro significante. “El padre es un significante que sustituye a otro significante”, la clave está en la sustitución, la metáfora paterna es una sustitución por identificación. El padre ocupa el lugar de la madre:

Que es equivalente a:

(6)

La madre está vinculada al significado que no se conoce x, este significante es lo que la madre quiere, esto es el falo, por eso el padre puede ocupar el lugar de la madre. La fórmula que construye Lacan es:





Donde S` es el significado inducido por la metáfora. Lacan da otra versión de la fórmula en: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis” (7)




Por la elisión del deseo de la madre se engendra el sentido, la “significación del sujeto”. El Nombre-del-Padre marca su presencia en la madre, se apoya en la castración de ella y hace posible el sentido. Hay falta en la madre y por eso el hijo tiene significación de falo. La metáfora paterna viene con la eficacia de la ley a marcar un vacío constitutivo en el sujeto.

El primer tiempo del Edipo

Se ha establecido, por la metáfora paterna, una “simbolización primordial entre el niño y la madre” (8), existe pues, una triangulación fundamental: niño-padre-madre que ya está inscripta en la cultura, es decir, tiene un estatuto simbólico y tiene como núcleo al falo, si la madre pone al hijo en el lugar que a ella le falta entonces aparece la célula: madre fálica-narcisismo, en la que la madre aparece completa, la madre imagina al hijo como falo y, al mismo tiempo, el hijo se imagina ser el falo para satisfacer el deseo de la madre, se instaura aquí el ser frente al tener, es la alienación del sujeto al deseo del Otro (A), esto también quiere decir que es el deseo de la madre que pone al hijo en el lugar del falo imaginario para obturar una falta pero, lo paradójico es que como deseo ya hay abertura, la madre admite una carencia.

El segundo tiempo del Edipo

Si en el primer tiempo del Edipo el padre del triángulo fundamental está velado, casi inexistente, en el segundo tiempo aparece como el padre “terrible” aquél que saca al hijo de su lugar de falo mediante una doble prohibición: para la madre, “no reintegrarás tu producto” y para el hijo, “no te acostarás con tu madre” (lo que también quiere decir: no todas, es decir, algunas uniones sexuales están permitidas y otras no, la prohibición fundamental se encuentra en el lenguaje que ordena los parentescos). Así, el deseo de la madre está sostenido en la ley y es la ley la que hace surgir el deseo en el hijo.
La ley de la prohibición del incesto hace que el hijo se plantee la cuestión de ser o no ser el falo.
Como decíamos más arriba, el deseo de la madre que, por tanto admite una carencia, es la que permite que el padre entre, el hijo cree que el padre es el falo de la madre, simbólicamente reconoce que el padre enuncia la ley y piensa que es la ley. El segundo tiempo del Edipo es la del padre omnipotente, sin olvidar que el padre es mediatizado por la madre. La función paterna interviene entonces, con la castración imaginaria; el hijo, para preservar el pene, pierde el objeto. La castración es pensada como imaginaria pero se hace efectiva simbólicamente (9). La castración instaura las diferencias, al separar la célula madre fálica-narcisismo, produce un sujeto sexuado y deseante; por la eficacia de la ley se instaura en este ser su falta. Así, el hijo, destituido de lo que creía ser se enfrenta a otras preguntas, ¿Quién soy? ¿Qué deseo? La castración posibilita el deseo.

Tercer tiempo del Edipo

El padre no es la ley, pero la transmite. Es el tercer tiempo del Edipo. ¿De dónde viene la ley? De aquél que con su muerte funda la ley, el padre de la horda primitiva, el de Tótem y Tabú de Freud. El hombre arcaico vivía en hordas dominadas por un macho brutal que tenía acceso irrestricto a todas las hembras, los hijos se revelaron, mataron y devoraron al padre; para poder vivir sin la culpa de su muerte renunciaron a las mujeres por las cuales mataron al padre y se sometieron a la exogamia y se organizó la familia. En el lugar del padre muerto surge un animal totémico y una vez al año los hombres se reúnen en un banquete totémico, representación simbólica del parricidio que dio origen al orden social, la moral y la religión. La ley surge de la prohibición del incesto.
El “Nombre del Padre” es el significante de la ley fundamental con una doble función: prohíbe el incesto y posibilita el deseo.
En el tercer tiempo del Edipo, el falo imaginario en relación a la madre se sitúa como simbólico en relación al padre. Para Lacan, aquí aparece el padre como permisivo, que con su eficacia permite que el sujeto procure el goce, como absoluto imposible y, haga de su pene un órgano de placer (tanto para sujeto masculino como para el femenino), todas las mujeres están permitidas menos una, ésa que es la única que existe para el inconsciente.
El hijo, al incorporar la ley, se identifica con ella, estructura el Superyó y el ideal del Yo, se identifica con lo masculino del padre. El hijo reconoce que puede tener o perder el falo después de haber reconocido que no lo es.

Notas:

(1) Las Psicosis. Pág. 242
(2) Idem,
(3) S. Freud. “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”. Artículo de 1925, años  después Freud aclararía lo siguiente: “Es esta la oportunidad de corregir una afirmación que formulé hace unos años. Creía entonces, que el interés sexual de los niños no sería despertado por la diferencia entre los sexos –como lo es en los púberes–, sino por el problema del origen de los niños. Advertimos ahora que no es ciertamente así, por lo menos en lo que a la niña se refiere. En cuanto al varón, no cabe duda de que una u otra cosa puede ocurrir en los distintos individuos; también es posible que la alternativa sea decidida en ambos sexos por las circunstancias casuales de la existencia.” Freud Total 1.0
(4) Lacan. Seminario V. Pág. 165.
(5) Lacan. Seminario V. Pág. 179.
(6) Lacan. Seminario V. Pág. 180.
(7) Lacan. Escritos II. Pág. 539.
(8) Lacan. Seminario V. Pág. 186.
(9) Cf. Lacan. Seminario V Pág. 176.