viernes, 19 de septiembre de 2014

“El Gallo de Oro” la segunda novela de Juan Rulfo. La nueva edición.

























“EL GALLO DE ORO” LA SEGUNDA NOVELA DE JUAN RULFO. LA NUEVA EDICIÓN.


 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

 A Blanca Silvia Velasco, que me alcanzó el libro



"Hay aire y sol, hay nubes. Allá arriba un cielo azul y detrás de él tal vez haya canciones; tal vez mejores voces... Hay esperanza, en suma. Hay esperanza para nosotros, contra nuestro pesar. Pero no para ti, Miguel Páramo, que has muerto sin perdón y no alcanzarás ninguna gracia."  
Juan Rulfo. Pedro Páramo  

“La historia, la geografía, la política, la técnica de Faulkner y de ciertos escritores rusos y escandinavos, la sociología y el simbolismo, han sido interrogados con afán, pero nadie ha logrado, hasta ahora, destejer el arco iris, para usar la extraña metáfora de John Keats.”
J. L. Borges. Prólogo a Pedro Páramo de Juan Rulfo

Introducción


En Los de Abajo, la novela de Mariano Azuela, se da este diálogo:
“—Oye, Curro, yo quería icirte una cosa… —dijo Camila una mañana, a la hora que Luis Cervantes iba por agua al jacal para curar su pie.
La muchacha andaba inquieta de días atrás, y sus melindres y reticencias habían acabado por fastidiar al mozo, que, suspendiendo de pronto su tarea, se puso en pie y, mirándola cara a cara le respondió:
—Bueno…  ¿Qué cosa quieres decirme?
Camila sintió entonces la lengua hecha un trapo y nada pudo pronunciar; su rostro se encendió como un madroño, alzó los hombros y encogió la cabeza hasta tocarse el desnudo pecho. Después, sin moverse y fijando con obstinación de idiota sus ojos en la herida, pronunció con debilísima voz:
— ¡Mira qué bonito viene encarnando ya!... Parece botón de rosa de Castilla.
Luis Cervantes plegó el ceño con enojo manifiesto y se puso de nuevo a curarse sin hacer más caso de ella”. (1)
“Los de Abajo”, es la gran novela de la revolución mexicana (apareció por primea vez en 1915, aunque se la descubre en su valor literario recién en 1925), Mariano Azuela perteneció a ese grupo de escritores de la llamada “novela de la tierra” que buscaron una posición ética frente a la búsqueda de una identidad latinoamericana, fundando un nuevo realismo junto con artistas como Diego Rivera o José Orozco en la pintura mural.
En el párrafo seleccionado hay una imposibilidad de la palabra frente al acto, la comunicación se trunca, se hace imposible, es lo que “todavía” no puede darse, como en Kafka todo se dirige al obstáculo, al retraso.
En Juan Rulfo este legado se acrecienta, porque como sostiene Emir Rodríguez Monegal, Juan Rulfo con su: Pedro Páramo, “aprovecha la gran tradición mexicana de la tierra pero que la metamorfosea, la destruye y la recrea…” (2). En la novela, es la realidad que despierta a un sueño, esa realidad que siempre es un encuentro fallido: todos son hijos de Pedro Páramo, no hay más que el encuentro onírico, la pesadilla.

El Gallo de Oro


“El Gallo de Oro”, es la segunda novela de Juan Rulfo y fue poco valorada por la crítica profesional, quizá debido a que fue considerada primero como un “guion cinematográfico”. Sin embargo, la posterior defensa de su cualificación como obra literaria que intentó liberarla de sus ataduras cinematográficas, corre el riesgo de dejar de lado el interés de Rulfo por el cine, recordemos también, al pasar, que ejerció la fotografía con mucho arte. [Su obra fotográfica se formó entre 1940 y 1955, tiempo en el que produjo unas 6000 fotografías en blanco y negro y unos 1000 negativos en color, mientras viajaba por todo México debido a su trabajo].
El Gallo de Oro, no es pues, ni un guion cinematográfico ni un “texto para cine” (como decía el título con el que se lo publicó por primera vez), no obstante, como sostiene Douglas J. Weatherford (3), no hay que olvidar su enlace con los intereses cinematográficos de Rulfo. Salvando las distancias, podemos comprarlo con la obra del escritor Manuel Puig, que también vivó en México, en el que se ve claramente su filiación con el cine.


El Gallo de Oro es una novela, si nos atenemos a la sencilla distinción que realizan Deleuze y Guattari (4). En una novela corta todo se organiza en torno a la pregunta “¿Qué ha pasado?”, el cuento por el contrario, se organiza respondiendo a la pregunta: “¿Qué va a pasar?”. En la novela siempre pasa algo, en “su eterno presente viviente (duración)”, integra elementos de la novela corta y del cuento. Precisamente en la obra de Rulfo, en sus narraciones y en sus dos novelas encontramos este “eterno presente”, con una intensidad tal que, en palabras de Ramón Xirau, en Rulfo  “sólo queda el presente” (5), un presente desolador, de hondísima tristeza. Al reunir Juan Rulfo en su obra, el lenguaje poético y el lenguaje popular, también mezcla magistralmente realidad y fantasía.


Sus cuentos y la novela Pedro Páramo están escritos en primera persona, en cambio, en El Gallo de Oro se trata de un narrador omnisciente, es uno de los detalles que la hace diferente a su obra, sin embargo, están presentes en ella los demás registros comunes a toda su narrativa: El futuro herméticamente cerrado, el fatalismo, los personajes “determinados por lo que han hecho, quedan inmóviles ante su destino” (6).
Si en Pedro Páramo todo tiene la apariencia de una novela realista como en Azuela, “su verdadera sustancia es onírica” (7), en El Gallo de Oro, en cambio, lo onírico sólo tiene un papel secundario, frente a su filiación cinematográficaDe los “Archivos de Juan Rulfo” se tiene la noticia de que en 1956 Rulfo se encontraba trabajando en una historia sobre el mundo de las peleas de gallos y que le urgían terminarla para llevarla al cine, en 1959 la registra como “argumento para cine”, pero se filma recién en 1964. En los “Archivos” también se encontró un texto mecanografiado con el título de “Sinopsis” (8), texto que, seguramente era una exigencia de la oficina encargada de los asuntos de registro:

Relata la historia de un hombre pobre llamado Dionisio Pinzón, quien al mismo tiempo está imposibilitado para trabajar por tener un brazo mutilado, por lo cual se dedica al oficio de «pregonero» en un pueblo remoto de México. En cierta ocasión, y como también era utilizado como «gritón» en el palenque, le obsequian un gallo medio muerto. Ayudado por su madre, una mujer anciana y enferma, entierran al gallo en un pozo, dejando sólo la cabeza de fuera. Los esfuerzos que hace Pinzón para revivir el gallo son al fin compensados, pero cuando esto sucede su madre muere. Como quiera que no tiene ni con qué comprar el ataúd, rompe las tablas podridas de la puerta de su casa, haciendo una especie como de jaula, llevándola sobre sus hombros al camposanto. La gente creyendo que lleva a enterrar a algún animal muerto, hace burlas del Pinzón, el cual decide abandonar el pueblo para siempre acompañándose de su gallo dorado.

En esta forma recorre largos caminos y varios pueblos careando su gallo en las ferias donde se celebra algún palenque. Va desde San Juan del Río hasta Chavinda, y de allí se presenta en Aguascalientes para después ir a Rincón de Romos, ganado en todos estos sitios las peleas. En Aguascalientes conoce a una «cantadora» apodada La Caponera, por el arrastre que tiene con los hombres. Es una mujer alta y bragada que al mismo tiempo canta con gran sentimiento entre una y otra de las tapadas, y que sabe despreciar o querer a quien ella quiere. Al terminar la fiesta sacando su gallo vencedor, se encuentra a un tal Colmenero, acompañado de La Caponera que al parecer es su amante. Aquél es un hombre típico de los Altos, trajeado con vestido de gamuza y que impone con sólo su presencia. Se sientan a refrescarse el gaznate en un agachado característico de los que se instalan en las ferias. Al ver a Pinzón, que está sentado muy cerca de ellos, se dirige a él con voz altanera ofreciéndole comprar el gallo dorado. A lo cual Pinzón responde que no está en venta. El alteño, valido de su riqueza, insiste una y otra vez, hasta que viendo lo inútil de su ofrecimiento le propone hacer un trato que sólo los galleros con mucho conocimiento conocen, uniéndose para convencerlo las palabras de La Caponera. El Pinzón, a pesar de todo, no acepta, ya que piensa no hacer trampas con su gallo al que le tiene plena confianza. Con todo, en el palenque de Tlaquepaque el dorado cae muerto al enfrentarlo con uno de los de Colmenero. Allí pierde lo que había ganado hasta entonces. Trata de reponer algo con los albures, pero vuelve a perder. Desde donde está oye el barrullo de la plaza de gallos. Y ya va de retirada cuando siente sobre su hombro la mano de La Caponera. Esta le presenta un paliacate repleto de pesos y lo obliga a seguir apostando. Entonces gana. Ambos regresan al palenque. Acepta el trato que le ofrecía Colmenero, asociándose con este en el difícil arte de pelear gallos.

Desde entonces Pinzón y La Caponera recorren juntos el mundo. Ella termina por abandonar al otro hombre, acabando por aceptar casarse con Pinzón, pues supone que la ambición de este y la afición de ella por andar en las ferias le reportará cierto apoyo. Un día, ya con una hija nacida de ambos, visitan a Colmenero en su finca se San Juan Sin Agua. Lo encuentran un tanto decaído, sentado en una silla de ruedas. Juegan una partida de Paco Grande a petición de él, en la que pierde la finca y algunas otras propiedades. Pinzón resuelve quedarse allí a vivir, contra la opinión de su esposa. Al fin ésta decide seguir sola su camino, pero pronto tiene que volver, ya cascada la voz. Pinzón impone entonces sus condiciones. La finca a llegado a convertirla en una casa de juego, y la ocupación de ella consistirá en permanecer junto a él mientras duren las partidas, pues por experiencia llegó a la conclusión de que sin Bernarda Cutiño, La Caponera, su suerte ya no era la misma, ya que durante la ausencia de ella habíase mermado considerablemente su fortuna.

Así pues, y en ocasiones en que asistían concurrentes al juego, se veía a La Caponera sentada siempre en la penumbra de la sala, ya dormida o despierta, hasta que el aburrimiento la volvió a llevar a la bebida, cosa que había frecuentado en su época de cantadora en las tapadas. Esto no le importaba a Pinzón, con tal de tenerla presente como si fuera un amuleto. Ella vestía ahora de negro, con un collar de perlas que refulgía aún en la sombra, donde encubría su rostro adormecido por la borrachera.

De su hija poco o ningún caso hacían. Él enfrascado en el juego, ella envuelta en el humo del alcohol. Pero lo cierto es que la muchacha se convirtió para muchos en el terror del pueblo. Violaba jóvenes, robaba maridos, deshacía hogares antes tan bien integrados que nada parecía romperlos. No sabían sus padres las actividades de la hija, ni a qué horas salía o regresaba a su casa. Y el Pinzón jamás permitió que su hija no hiciera lo que le viniera en gana, aún ante las protestas de los que representaban a la sociedad de San Juan Sin Agua.

Una noche, en que después de haber estado ganando en la partida sumas grandes de dinero de pronto sintió que el monte se le desmoronaba, lo atribuyó a distracción de su parte; pero las pérdidas seguían una tras otra, y cuando hubo entregado hasta escrituras y documentos se levantó furioso de la mesa y fue derecho hacia su mujer para despertarla y decirle lo que había sucedido. La sacudió por los hombros y arrancó el collar de perlas que tenía en el cuello. Un médico que se hallaba allí acompañando a uno de los jugadores que padecía del corazón, se acercó a Bernarda Cutiño y calmadamente le expresó al Pinzón que aquella mujer estaba muerta desde una hora antes.

Pinzón fue hasta el fondo de la casa y se pegó un tiro. Al día siguiente enterraron a los dos en una misma fosa.

Ahora vemos a la hija continuando el mismo camino de su madre, subida en un templete de una plaza de gallos, desgajando las mismas canciones con que La Caponera alegraba el palenque.”

La nueva edición de “El Gallo de Oro”


De “El Gallo de Oro” de Juan Rulfo , no se conserva el original, únicamente el mecanografiado que dispuso hacer el productor Manuel Barbachano, el texto así transcrito presenta errores y omisiones, se le entregó a Rulfo una copia al carbón en 1959, pero él, al parecer, nunca pensó en su publicación, después, alguien en 1980 presentó el texto a un editor de ERA, la editorial que lo publicó por primera vez, con el título: El Gallo de Oro y otros textos para cine en 1980. Rulfo estuvo de acuerdo aunque, no hizo observaciones a la edición y se publicó con varios errores, entre puntuación, acotaciones y agrupamientos; la nueva edición (México: Editorial RM, 2013) es la redacción final o el texto establecido por la Fundación Juan Rulfo. Este un ejemplo del trabajo de establecimiento del texto (9):
En la mecanografía de Barbachano dice:
"Trai usted gallo pa´toparle a cualquiera, amigo.
Responde. Sí… Sabe responder-fue la respuesta de Dionisio Pinzón que salió en busca de su “padrino”. Lo encontró en la cantina."
En la transcripción publicada de 1980:
"—Trai usted gallo pa´toparle a cualquiera, amigo.
Responde.
"—Sí… Sabe responder —fue la respuesta de Dionisio Pinzón, que salió en busca de su “padrino”. Lo encontró en la cantina."
La de la nueva edición:
"— Trai usted gallo pa´toparle a cualquiera, amigo. Responde.
—Sí… Sabe responder —fue la respuesta de Dionisio Pinzón, que salió en busca de su padrino. Lo encontró en la cantina."

Un “plus de gozar”


La nueva edición nos presenta, además, una rareza, el texto que escribió Juan Rulfo para una película que Rubén Gámez filmó en 1964: “La Fórmula Secreta”, con la que ganó el Primer Concurso de Cine Experimental de México en 1965. El texto es un poema poderoso que acompaña a las imágenes de la película con una “voz en off” perteneciente al poeta Jaime Sabines y con un formato en verso debido al escritor Carlos Monsiváis: Una reunión extraordinaria de lo mejor de la literatura mexicana.
Aquí el poema completo:



Notas:


(1) Mariano Azuela. Los de Abajo. (Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1984). Pág. 35
(2) Emir Rodríguez Monegal. Tradición y renovación. En: América Latina en su Literatura. (México: Siglo XXI Editores, 1980). Pág. 158
(3) Douglas J. Weatherford. “Texto para cine”: El Gallo de Oro en la producción artística de Juan Rulfo. En: El Gallo de Oro. (México: Editorial RM, 2013). Pág. 42
(4) Gilles Deleuze, Félix Guattari. Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. (Valencia: Pre-Textos, 2008). Págs. 197-199
(5) Ramón Xirau. Crisis del realismo. En: América Latina en su Literatura. Op. Cit. Pág. 185
(6) Ramón Xirau. Crisis del realismo. Op. Cit. Pág. 200
(7) Xirau. Ibídem.
(8) Juan Rulfo. Sinopsis. En: El Gallo de Oro. Op. Cit. Pág. 75
(9) Ibídem. Pág. 11