sábado, 25 de julio de 2020

La matriz lógica de la interpretación en Psicoanálisis lacaniano




La matriz lógica de la interpretación en Psicoanálisis lacaniano

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

 

«¡Oh qué felices somos, nosotros los conocedores, suponiendo que sepamos callar todo el tiempo que sea suficiente!» F. Nietzsche. Genealogía de la Moral

 

Así en la táctica como en la estrategia

 

Sostener que la interpretación es un “arte”, quiere decir, como siempre que se utiliza ésa palabra, aquello no formalizable y por tanto intransmisible, sin embargo, la práctica clínica necesita un saber transmisible.

Ya se sabe suficientemente que, en un análisis, el analista despliega (o debería desplegar) una estrategia y una táctica. En el Psicoanálisis la estrategia se denomina transferencia y la táctica interpretación, que ambas se desarrollen en un orden cohesionado y solidario, también es bien conocido.

 Se conoce poco sobre la articulación de estos términos, tan perceptibles en los juegos del lenguaje bélicos de donde proceden; por eso nos detendremos en cada uno de ellos, pero sin perder de vista su relación mutua. En estas notas nos referiremos a la táctica del acto analítico encarnado en la interpretación.

Partamos de un ejemplo, el dado por Ana Ruth Najles (1), la elegimos por dos características principales, no es un caso nuestro así que podemos analizarlo libremente, no pertenece a los mostrados por Freud o Lacan así que podemos seguirlo bajo su sombra y su abrigo, pero no bajo su sospecha.

Se trata de un niño de siete años llevado por la madre que refiere que tiene problemas de aprendizaje en el colegio y que rechaza la interacción con sus compañeros, durante una de las entrevistas manifiesta mucho temor por la violencia física, ésa es una de las razones para que se relacione con sus compañeros de curso, la analista le hace reconstruir el cuento de Caperucita Roja, el niño muestra en la reconstrucción que Caperucita Roja se lía balzos con el Lobo mientras la abuelita se deshace en cenizas encerrada en el baño, Najles observa que mientras rechaza la violencia en los hechos, la acepta en el hablar, la analista le pregunta cuándo es que escuchó el cuento por primera vez, el niño responde que en la televisión el mismo día en que sus padres le dijeron que si iban a separarse, la analista le pregunta sobre su reacción ante semejante anuncio, el niño contesta que todo iría mejor “pero no dije nada”, frente a la negación —dice Najles— “le incité a seguir hablando”, ante la insistencia el niño dice: “me hubiera gustado hacer una gran diarrea”, en ese instante corta la entrevista. Hasta aquí el recorte del caso.

Ahora podríamos preguntarnos: ¿dónde está la interpretación?, ¿en la insistencia de que siga hablando?, ¿en la pregunta sobre el cuento que reconstruye a su modo?, ¿en la utilización de la negación?, ¿en el corte de sesión?

Respondemos que está en todo el transcurso de la entrevista que realiza Ana Ruth Najles, nos desprendemos aquí —siguiendo a Lacan— de la acepción específica de interpretación que da Freud, ésa que distingue de la “construcción” y se limita a la utilización de las formaciones del inconsciente, nosotros incluimos todo lo que ha señalado Lacan: escansión, puntuación, corte y maniobras de transferencia, por eso la interpretación no se refiere a un tipo de intervención, sino a una constante en la posición del analista.

En el ejemplo, observamos todo esto. La perspicacia de Najles hace que tome un relato aparentemente inocente un sentido que le permite asir la punta del ovillo que irá tirando hasta encontrar el “intervalo que le posibilite [al analizante] encontrarse con lo que allí se dice o lo que es lo mismo, encontrarse con un signo de su goce” (2).


He ahí la interpretación como táctica, esperar el momento en que quede suelto el lugar sinsentido del discurso, ese es el nacimiento del sujeto como barrado, dividido en su goce, en el caso que presenta Najles, goce anal, “la gran diarrea” que, al mismo tiempo, nos sitúa en la comprensión de la agresividad (su temor a la violencia). El corte de sesión es el broche que amarra el sinsentido, haciendo punto de capitón, allí encontramos el saber ocupando el lugar de la verdad, es el lapsus que pronuncia el niño del ejemplo: “eso dice en él sin él saberlo”.

La matriz lógica de la interpretación

 

Este es el matema del discurso del analista:





Los lugares del matema son:

Agente                         Otro
Verdad                   Producción

Notamos que el saber S2, viene a ocupar el lugar de la verdad; el plus de gozar (a) se encuentra como agente (la gran diarrea) objeto anal, produce (la flecha con sentido) el sujeto barrado, el objeto “a” es un umbral (borde erógeno) que permite la entrada o la salida que debe atravesar el ser hablante (parlêtre) para entrar en análisis.

El saber S2, se encuentra supuesto, puesto debajo o reprimido y disyunto de S1 lo que podemos equiparar con el sinsentido, el analista logra la transferencia, para aplicar allí una táctica que lleva a que haya sujeto, la interpretación —en psicoanálisis— no es una hermenéutica (a no ser que le demos la dirección que Heidegger piensa para la palabra en su origen, como traducción o como el logos que comunica, cf. Ontología. Hermenéutica de la facticidad) (3), la interpretación es hablar sin pedir, cuando se habla, lo mínimo que se pide es ser escuchado, el analista debe ponerse en el lugar del supuesto saber que se separa del discurso de amo (no le dice al analizante cómo debe comportarse, o qué debe hacer en tal situación, no da consejos o pronuncia frases “positivas”); el sujeto en el lugar del Otro, como sujeto del inconsciente, produce lo que pone en marcha al inconsciente, allí se lo libera.

Cuando intentamos analizar la interpretación en el campo del psicoanálisis ya no estamos en la experiencia clínica, sino en el psicoanálisis puro, ya que no hablamos de la hermenéutica cuando utilizamos la palabra interpretación, sería mejor utilizar la palabra alemana que se encuentra en la mayor obra de Freud: Deutung, que también lo utiliza Gottlob Frege para indicar el “sentido”; en la semántica, donde quería inscribir su trabajo Frege (4), el sentido va a contramano de la “referencia”, las palabras se relacionan con otras en el marco de una lengua sin tener encuentra la referencia sino el sentido. El sentido implica un lugar en el mundo, en el caso de una lengua; en el campo del psicoanálisis, el lugar que ocupa en “lalengua”, que es al que nos dirigimos en la cura. Por eso se habla de “sentido común cultural” para referirse a la reducción arbitraria de la complejidad de los fenómenos sociales y hacerlas soportables o, de orientación hacia un campo semántico. Por ejemplo, la semiótica ha abordado una definición de "sentido" particular para cada disciplina relacionada con ella (la filología, la crítica literaria, etc.), que tiene un valor específico en esos dominios, "de lo que es pertinente y significativo para el punto de vista adoptado en cada disciplina" (5).


La interpretación en Freud

 

La interpretación en psicoanálisis estuvo presente desde el comienzo, cuando Freud interpreta el discurso de la histeria haciendo posible el discurso del psicoanálisis, su descubrimiento mismo está enraizado en el modelo de la criptografía (la alusión de Freud a la Piedra Rosetta y su descifrador Jean François Champollion), lo demuestra el título dado a uno de sus mayores libros el que, de acuerdo con Lacan, inaugura el psicoanálisis: “La interpretación de los sueños” (6), «Die Traumdeutung» que también se puede traducir como: “El sentido de los sueños”, no se trata del “significado” de los sueños, se trata, más bien, de “ hacia donde” se mueve el material del sueño en su camino al despertar.

Después de la publicación de la Interpretación de los Sueños Freud, escribe en 1923 “Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación” (7) y en 1937 otro texto dedicado al mismo tema: “Construcciones en el análisis” (8), en ellos Freud propone a la interpretación como realización del inconsciente, propone, así mismo, dos etapas de la interpretación: la traducción y el sentido dado a la traducción. La traducción pertenece al orden de la escritura, mientras que el sentido dado pertenece al orden de la lectura, en la segunda influirá decisivamente la transferencia, lo que quiere decir que el deseo, deseo de saber lo que el síntoma significa del analizando, se unirá al deseo de analista, que no es otra cosa que el deseo de que la cura progrese.

Para que haya interpretación, al estilo de Freud, se necesita de un metalenguaje, es decir, un lenguaje que confiere una función totalmente diferente a las palabras que usa, así como el lingüista se enfrenta a la paradoja de intervenir sobre el lenguaje con el mismo lenguaje, de la misma manera, el analista tiene que interpretar el deseo a partir de su propio deseo, de ahí que sea necesario que al analista esté analizado.

Ahora bien, Freud, nunca analizó o interpretó la realidad objetiva, analizó e interpretó una realidad inventada, un relato, su objeto fue aclarar el deseo velado por el sueño o, lo que es lo mismo, su objeto fue la falta, el hecho mismo de la falta, la falta en sí misma, aquello que no cesa de no escribirse.

La interpretación lacaniana

 

Jacques Lacan separa la relación freudiana entre interpretación y construcción, para Lacan la interpretación toma el camino que tendría la estructura del chiste, éste, como el lapsus, separa el sentido del sonido en la palabra, en psicoanálisis no podemos prescindir del sentido, pero podemos asignar el mayor valor al goce o, mejor, al jouis-sens (goce de sentido), el único sentido, es decir, hacia donde apunta tal como una de las características de un vector (las tres características de un vector son: magnitud, dirección y sentido), de la interpretación es el goce. Goce sólo hay del cuerpo, el sujeto goza de su cuerpo, lo que lleva a preguntarnos por el goce sexual como matriz de cualquier otro goce.

La interpretación está a medio camino entre el texto del analizante y el enigma urdido por el analista, es decir, la interpretación pertenece primero que nada a la intervención del analista, por otra parte, si partimos del modelo de la comunicación, sabemos que está constreñida por el principio de que el emisor formula sus frases, de tal manera que la primera interpretación, coherente con el “principio de pertenencia” (9), que se le ocurre al receptor es la deseada, es la traducción de la frase que suelta Lacan comenzando el Atolondradicho: “que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha” (10), el deseo del receptor interviene en el mensaje que recibe o, lo que es lo mismo, tal como sostiene Lacan: el receptor recibe su propio mensaje en forma invertida, podemos reafirmar esto con una cita de Lacan que se encuentra en El Deseo y su Interpretación, “en el sentido de un deseo ligado al anhelo de omnipotencia de su paciente” (11).

A diferencia de Freud y sus seguidores, quienes comenzaron a realizar eso que se denomina “interpretación salvaje”, analizando cada detalle de sus pacientes, encontrando significados a cada partícula de lo que decían, Jacques Lacan la dirige a interpretar el deseo, por tal razón el analista guarda una interpretación para sí y transmite otra al paciente, reduciendo así la interpretación a su mínima expresión, buscando el momento oportuno para desencadenar otras asociaciones.

Notas y bibliografía

 

1). Ana Ruth Najles. Problemas de aprendizaje y Psicoanálisis. (Buenos Aires: Grama Ediciones, 2008))
2). Martin Heidegger. Ontología. Hermenéutica de la facticidad. Trad. Jaime Aspiunza. (Madrid: Alianza Editorial, 2008)
3). Gottlob Frege.  Estudios sobre Semántica. Trad. Ulises Moulines. (Buenos Aires: Ediciones Orbis, 1985)
4). El principio de pertenencia es “todo acto de comunicación comunica la presunción de su propia optima pertinencia”. En AA. VV. Lingüística de la Escritura. Trad. Javier Yagüe Bosch. (Madrid: Visor, 1989). Pág. 195
5). Jacques Fontanille. Semiótica y Literatura. Ensayos de método. Trad. Desiderio Blanco. (Lima: Fondo Editorial Universidad de Lima, 2012). Pág. 26.
6). Sigmund Freud. La interpretación de los sueños. Primera parte. O. C. V. 4. Trad. José Luis Etcheberry. (Buenos Aires: Amorrortu, 1991)
7). Sigmund Freud. “Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación”. En: O. C. V. 19. Trad. Trad. José Luis Etcheberry. (Buenos Aires: Amorrortu, 1992)
8). Sigmund Freud. “Construcciones en el análisis”. En: O. C. V. 23. Trad. Trad. José Luis Etcheberry. (Buenos Aires: Amorrortu, 1991)
9). Jacques Lacan. El Atolondradicho. Escansión Nª 1. (Buenos Aires: Paidós, 1984)
10). Jacques Lacan. El deseo y su interpretación. Trad. Gerardo Arenas. (Buenos Aires: Paidós, 2014)
11). Ibídem. Pág. 171



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