Cuando bajar es ascender
Una lectura cuasi psicoanalítica de la película Joker
Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés
A Vivianne que me enseñó el camino… that`s life
“It`s so hard just to try and be happy all the time” Arthur Fleck
“Vexilla regis prodeunt inferni” Dante. (Inf. 34)
De los cómics
Siempre habrá recordar que la película “Joker” (2019, dirigida por Tood Philips, con un Joaquin Phoenix espléndido en el papel de Joker y guion de Scott Silver), tiene su base en un cómic, se trata de la recreación del mito de Joker, es decir, es una narración sobre el origen de uno de los personajes más emblemáticos de la serie Batman.
Este antihéroe fue creado por Jerry Robinson y apareció por primera vez en Batman No 1 (1940) sin ninguna explicación y sin contar su origen, en otro de los episodios de DC Comics, en el de Miller, por ejemplo, Joker se suicida en el Túnel del Amor, después de enfrentar a Batman, también, existe un Joker creado por Jim Starlin y JIm Aparo en el que pintan al personaje como un asesino desalmado que mata a golpes al segundo Robin.
Muy probablemente, el personaje se inspira en el famoso filme: “The man who laughs” (El hombre que ríe) de Paul Leni de 1928 que, a su vez, se lo filmó teniendo a la vista la novela de Víctor Hugo del mismo título, en el que un hombre es castigado por Jacobo II rey de Inglaterra a morir, pero, además, condena a su hijo a sufrir un procedimiento quirúrgico que lo obligará a sonreír todo el tiempo mientras dure su vida.
Hay un episodio en los comics de DC en el que se cuenta la historia del devenir de Joker, es el titulado “The Killing Joke” (con la escritura de Alan Moore y dibujos de Brian Bolland), que puede traducirse con expresiones como: “broma asesina” o “broma para partirse de risa”, hay, sin embargo, una mejor interpretación en el que se trataría del conocido “remate” de un chiste.
La historia se bifurca en caminos paralelos En una, Joker escapa de Arkham Asylum, buscando venganza, secuestra al comisario Gordon y deja paralítica a su sobrina, Barbara Gordon, la antigua Batgirl. En la segunda historia, Joker es uno de los empleados de una fábrica de químicos que deja su empleo para convertirse en comediante, en el que fracasa, para poder mantener a su esposa que está embarazada, decide unirse con unos criminales que pretenden asaltar la fábrica donde trabajó anteriormente, para evitar que lo reconozcan sus compañeros lo disfrazan de Capucha Roja (otro personaje de los comics de DC), poco después de planear el robo, le traen la noticia de que su mujer murió en un accidente, así como el hijo que llevaba, aun así los criminales lo convencen de continuar con el plan, en cuanto comienza el asalto, un guardia de seguridad los descubre, todos lo culpan a él por la mala información que les proporcionó, al huir sus compañeros caen abatidos por los disparos de otros guardias alertados por el primero, el futuro Joker logra escapar por unas escaleras y ahí mismo es cuando conoce a Batman, quien lo persigue hasta que cae en un pozo lleno de productos químicos, cuando logra salir a flote, ha sufrido la gran transformación: su pelo se torna verde y su piel adquiere el color blanco del papel, la suma de todas estas catástrofes lo lleva a la locura. Es el nacimiento de Joker.
Un camino que no lleva a ninguna parte: La estética del cine
Es bien conocido que Lessing, en su obra más famosa, sostenía que había que relacionar una escultura como el Laocoonte, no con los parámetros de belleza griegos, sino con las propiedades específicas del medio: espacio, simultaneidad, cuerpo; que eran distintas del medio del arte de la escritura: tiempo, sucesión, acción. Siguiendo esa línea de pensamiento, el cine tendrá como medio la mirada, es decir, aquello que no tiene “materia”, en la que la realidad se construye con técnicas que son, a un tiempo, modos de producción y modos de percepción, es el registro “tecnoestésico” (Chateau, pág. 19).
La mirada, entonces, junto con la “máquina de mirar”, componen el cine, por eso la fotogenia, para solicitar la mirada del espectador, requiere la mediación de la mirada de la cámara que casi posee subjetividad. (Chateau, pág. 21), Jean Epstein habla de la inteligencia de la “máquina de mirar”, que forma un mecanismo “dotado de una subjetividad, ya que representa las cosas, no como estas son percibidas por las miradas humanas, sino solamente como él mismo las ve, según su estructura particular que constituye para él una personalidad” (citado por Chateau, pág. 21), esto que sostiene Epstein tiene relación con esa unión mística entre lo moderno y lo arcaico del que muchos no quieren saber nada (excepto Fritz Lang con su “Metrópolis” de 1927), el animismo presente en la afirmación de Epstein en realidad representa eso que Freud consideró en “El Malestar de la Cultura”: el hombre protético, aquél que transforma las prótesis de que se dota en algo divino.
Así pues, no son ni las ideas, ni el conocimiento, las que un filme tiene por objeto, sino el rigor de la expresión: lo visual. Mirar antes de comprender. Ahora bien, la mirada es voraz como lo entendió Jacques Lacan, partamos entonces de esa mira ávida, sin límites.
Joker: Encontrar su propia risa
La primera escena que se nos presenta es la del personaje principal frente a un espejo en el que juega a sonreír, sus manos fuerzan una sonrisa que sólo se transforma en una mueca grotesca, mientras se escucha, de fondo, los reportes de prensa que dan cuenta de una ciudad en crisis, es la Gotham de Joker, esta risa abre y cierra la película, entre la primera (forzada, temiblemente triste) y la última (clara, enigmática), correrán todas las escenas del filme.
Se cuenta que Phoenix estudió más de trecientas risas, su búsqueda —exitosa— lo llevó a ensayarlas en las escenas más representativas de la película, pero hay una, la más secreta, la que no se oye, la que la dice en silencio, con el marco de una expresión facial serenamente trágica, se encuentra en la escena en la que el jefe de la compañía de payasos donde trabaja le dice que descontará de su salario el cartel que perdió (le robaron), la cámara avanza en bloque hasta tener un primer plano del rostro de Arthur mientras la voz del jefe va apagándose, es la secuencia que indica el rumbo que tomará toda la película, todo girará alrededor de la risa de Arthur-Joker hasta encontrar la verdad(era).
En el transcurso de la película, perderá la brutal sonrisa que lo acompaña siempre que siente miedo o inseguridad y que tiene la corporalidad de un tic nervioso, para ganar su verdadera sonrisa que literalmente la pintará en una de las últimas escenas, aquella que, como parte de su delirio, en medio de la muchedumbre en rebeldía, mientras matan a los padres de Batman, él trazará subido a un coche policial.
Su verdadera sonrisa, recién hallada, cierra la película mediante el gesto, voluntario ahora, de la imagen del nacimiento de Batman, una buena broma, un verdadero: “killing joke”.
¿Hay humor en Joker, la película? Claro que sí, hay humor cuando se está al borde de romper un lazo social, como lo dice Freud en su texto sobre el humor, donde nos presenta “el más grosero ejemplo”, un condenado a muerte rumbo al cadalso un lunes, dice: “empieza bien la semana”. (2)
Cuando arriba es abajo y viceversa o Moebius revisitado
Arthur Fleck desea ser “normal”, aunque todo a su alrededor le sea hostil, él presentará su mejor sonrisa, caminará inseguro por calles sombrías, entre gente y lugares que refuerzan los afectos del personaje, los colores ocres realzan esta representación, Arthur Fleck sube por escaleras y ascensores, la mirada perdida en los mismos basurales, la misma búsqueda, perdida de antemano, de la carta-respuesta que espera su madre, subir es descender, paradigmáticamente está la escalera interminable, vista desde un plano general que la asemeja a un túnel, por el que Arthur Fleck subirá descendiendo a ser Arthur Fleck el hijo que cuida de la madre y bajará —ascendiendo—Joker, que habrá eliminado el obstáculo materno. Lo singular de dicho ascenso está dado por una escena increíblemente bella: Joker baila, se divierte en su ascenso, al mismo tiempo que baja, la cámara juega junto al ritmo de la danza.
Arthur Fleck, baja corriendo las escaleras de Arkham para conocer la verdad, aquella que ya su terapeuta sabía de él: su posible adopción, pero también el abuso que sufrió con el consentimiento de la madre, las escaleras lo llevan al fondo de lo que él ya vislumbraba, la cámara se ubica debajo de un Fleck que ríe y llora a un tiempo, lugar del asombro que vive de pie y leyendo informes y documentos, el ambiente oscuro y cerrado, profundo, contraria a lo que se cree que es el encuentro con la verdad: luz, claridad, bienaventuranza.
Cuando Arthur Fleck retorna al pobre departamento donde ahora vive solo, ya que su madre ha sido trasladada a un hospital, ya no queda nada de él que se/lo sostenga, han caído todos los semblantes, las identificaciones: con Murray (Robert De Niro), Thomas Wayne (interpretado por Brett Cullen); se despejan sus delirios: su relación con la vecina que viene como sustituta de su terapeuta a quien tiene que dejar por razones burocráticas.
Joker completará la eliminación de sus identificaciones matando a la madre, en una escena pulcra, cargada de luz a diferencia de las escenas en que se lo ve bailando con ella.
Arthur Fleck sube para descender (ser el mismo de siempre), Joker baja para ascender. Este es el mayor acierto de la película y su ritmo. Javier Sanjinés (3), leyendo a Bajtin, sitúa en la sátira menipea y el carnaval, esa rebelión en el que todo se pone “patas arriba”, el origen de la novela, las formas “nobles” que son la lírica, la épica y la tragedia, quedan opacadas por la sátira particularmente aquella que escribió Menipo de Gadara, que utiliza recursos extravagantes: los héroes suben al infierno y bajan al cielo o viajan por países o territorios imaginarios, en toda la tradición literaria no se encuentra tanta libertad, se experimenta con una moral poco común y se exaltan las pasiones que colindan con la locura. Así, Joker podría ser considerada una sátira menipea al comic de Batman, algo que, por otra parte, también fue aludido por Tood Philips en varias entrevistas.
De Tood Philips a Joker
La frase que seguramente Tood Philips podría decirse a sí mismo en los oídos de los espectadores es la que Joker dice frente a Murray Franklin: “el sistema autoriza lo que es una broma y lo que no lo es”, lo diría por los comentarios que recibió de los “críticos serios” sobre su película: “¿Qué ocurrió ayer?” de 2006.
La metáfora que encierra la entrevista que le hace Murray, es seguramente la posición del artista frente a la crítica profesional, es una escena bien organizada, en el que se observa el cambio experimentado por Joker (desde su salida al escenario con el movimiento de danza Butoh, como lo hiciera después del asesinato de los tres pasajeros del metro, que en Japón aparece como “recuperación del cuerpo” después de la catástrofe de Hiroshima y Nagasaki), que visualiza la manera en que habría que leer la película completa.
La broma que cuenta Joker sin la autorización de Murray (el amo de los chistes), un poco antes de matarlo, tiene que ver con la escena en la que se desarrolla, todas las miradas están sobre él, los reflectores en su lugar, tal como lo había imaginado, todos quieren decirle lo que debe contar como chiste o no, así, si un loco solitario es aislado por la sociedad puede ocurrir lo imprevisible por el sistema: el tiro de gracia (literalmente en el cuerpo de Murray). Es el “killing joke”.
Notas y bibliografía
1. Dominique Chateau. Estética del cine. Trad. Víctor Goldstein. (Buenos Aires: La Marca Editora, 2010). Pág. 19
2. Sigmund Freud. El humor. En: Obras Completas. XXI. Trad. José L. Etcheberry. (Buenos Aires: Amorrortu, 1979)
3. Javier Sanjinés. Estética y Carnaval. (La Paz: Ediciones Altiplano, 1984)

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