domingo, 30 de noviembre de 2014

Barbara Cassin. Jacques Lacan, el sofista





Barbara Cassin. Jacques Lacan, el sofista

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

“Como hace años que he renunciado a pensar, es normal que otro piense por mí, en mi memoria, y me ponga en la mano piedritas de colores, como esos chicos que parsimoniosamente van exhibiendo a otros sus figuritas…”
Julio Cortázar. Imagen de John Keats.

Barbara Cassin

Conocimos a Barbara Cassin de leídas. En la presentación de su compilación de textos titulado: Nuestros Griegos y sus Modernos (1) sostenía:
“Lo que está vivo, o casi, se adueña de su muerto, lo completa, lo pule: falsificación y uso de falsificación, así es nuestra apropiación de la antigüedad.” (Pág. 11)
Su libro: Il n‘y a pas de rapport sexual (Paris: Fayard, 2010), escrito junto con su marido, el filósofo Alain Badiou, traducido al español como: No hay relación sexual (Buenos Aires: Amorrortu, 2011) (2), traza una lectura muy interesante y esclarecedora de ese misterioso texto que Lacan nos dejó para reinventarlo en cada lectura: L‘Etourdit (El Atolondradicho).
Barbara Cassin es filóloga y filósofa, directora de investigaciones en el Centre National de la Recherche Scientifique de Francia, experta en la lengua griega clásica, ha escrito sobre los sofistas: L´Effect Sophistique, traducido al castellano (3), y otros textos dedicados al lenguaje como: La Décision du sens, otros más heterogéneos como: Avec le plus petit et le plus inapparent des corps.
Lo que llama la atención de esta amante de lo clásico es su desparpajo a la hora de escribir, ya lo habíamos advertido en su libro sobre L‘Etourdit, cuando escribe:
“A de Aristóteles, porque este es el intruso filosófico más constante en Lacan, y uno de los intrusos filosóficos más constantes de ese texto filosóficamente ilegible que es El Atolondradicho.”
En Jacques el Sofista. Lacan, logos y psicoanálisis (4), todo comienza con la sabrosa equivocación que la llevó —con menos de treinta años— a conocer a Jaques Lacan, a quien enseñó Doxografía.
En 1975, tiempo en el que Lacan se dedicaba y aburría a su auditorio con los nudos, Barbara Cassin recibe una llamada telefónica de Gloria (personaje central en la actividad psicoanalítica de Lacan de la que habrá que hacer, si no se ha hecho ya, una historia aparte) la secretaria de Lacan, ¡era domingo por la mañana!, escucha que se trata del “doctor” que quiere hablar con ella, Cassin lo confunde con su tío Jacques Caroli, también médico, pues a Jacques Lacan no lo conocía y le contesta “¡Hola!, ¿cómo estás?”, Lacan le responde: “Muchas gracias por reconocerme. Jacques Lacan.” Y, sí, le enseñó Doxografía:
“[…] regularmente, puntualmente, pongamos una mañana cada quince días durante larguísimos meses (…)”
Un mañana, sentado de espaldas a su escritorio y toqueteando sus nudos, me dijo: “Vaya a ver a Gloria”.
Con los ojos bien abiertos en dirección a su espalda, respondí: “¿Al final, va a pagarme?”.
Él se volvió, ilegible, sus ojos opacos o turbios bajo los vidrios de los anteojos, y profirió: “¿Es usted realmente Stéphanie Gilot?”.
Fui a ver a Gloria, nadie le pagó a nadie.” (5)
Una doble “la-una-equivocación”, el inconsciente no traiciona. El Inconsciente, en alemán, Unbewusste,  L´Une-Bevue (la-una-equivocación), en la traducción que le da Lacan, para distinguir que el inconsciente freudiano (Unbewusste), queda del lado del campo del saber y del sentido, y el inconsciente lacaniano (L´Une-Bevue), del lado de lo Real. El Inconsciente Real es el inconsciente que equivoca, que no atribuye ningún sentido, ninguna significación.

La Doxografía

Doxografía es lo que Barbara Cassin “contó” (¿enseñó?) a Lacan “y que sin duda con razón lo durmió”, cada quince días, “durante larguísimos meses” aunque él no escuchaba, sino que “esperaba oír” (Cassin, pág. 16)
Nuestra curiosidad se mueve entonces, en forma de deseo, de deseo de saber.
Doxografía es un término inventado por Hermann Diels en 1879, en el título de su obra: Doxographi Graeci, además de su extraordinaria reunión de fragmentos de los presocráticos, en su libro: Fragments des Présocratiques de 1905.
La Doxografía en la definición de Cassin, es “la de un proceso de cita generalizada” (6), es el “phesin”, el “dice él”, “dice que”… pero, vamos por partes, tal como Barbara Cassin procede, a quien podemos considerar altamente ordenada, considerablemente filóloga-filósofa.
La palabra Doxografía (no el significante), “lo primero que retuvo a Lacan”, está compuesta, a su vez, de dos palabras griegas, la primera de gran prestigio en la filosofía clásica: Doxa y Grafía.
Doxa no sólo implica la “opinión”, sino también “espera”, “expectación”, dokei moi, “me parece”, doxa además, pertenece a la familia Dekomai, que significa “recibir”, “acoger”, pero también doxazo, que quiere decir “imaginar”, “pensar”, la palabra latina “docere” (enseñar) proviene de doxa. Como todas las palabras de origen, Doxa, también es un término ambivalente, así significa “fingimiento”, “opinión no confiable”, pero así mismo: “bella apariencia”, “buena reputación”, y hasta “esplendor” (la palabra doxa se utilizó para traducir el esplendor de dios en la Biblia), doxa es la “opinión verdadera”, la “opinión establecida”.
Grafía significa escribir, “fijar”, “rasguño”. La Doxografía es pasar del entusiasmo (en- theos, la posesión de un dios) que en los griegos era siempre oral, al registro del rasguño, a la escritura a la que otro Jacques, Jacques Derrida, dio su estatuto preciso (7).
La Doxografía es aquello por la que nos llega casi toda la filosofía griega, fragmentos reunidos, ordenados según criterios arbitrarios, acomodados según su “apariencia” y su efecto en un “dice que…”; la Doxografía muestra la ambivalencia de los términos más importantes, ya que es también radicalmente no confiable. “Dicho de otra manera no sin ella, pero nada sin ella” (Cassin, pág. 21). La Doxografía es el reino de la interpretación, y de la interpretación de la interpretación, por eso la Doxografía plantea un problema a la transmisión del pensamiento antiguo, el de la hermenéutica, entre insuficiente y demasiado sentido.
Otra definición que ensaya Cassin para Doxografía es el de un “bazar desordenado” hecho de citas, fragmentos desordenados, fragmentos escogidos, partes de obras.
Platón y Aristóteles son sus primeros padres, comparan trozos de otros filósofos, los exploran uno a uno, indagan sus divergencias y dificultades, sitúan las opiniones de los otros en sus propias obras, recordemos de camino, que la escritura griega carecía de comillas, así que encontramos señales doxográficas como: “Tales dice que…”, “Teofrasto afirma que…”. Si Platón y Aristóteles son los padres de la Doxografía, Teofrasto es el primer doxógrafo, discípulo de Aristóteles se niega a seguir pensando y escribe un libro perdido para siempre: Physikon Doxai, (Las opiniones de los físicos).
Pero, para Cassin el doxógrafo por excelencia es Diels con su Doxographi Graeci y su particular modo de presentar los fragmentos: dos columnas paralelas que sirven para comparar dos textos, con las anotaciones de sus observaciones. “Diels imagina su forma tras haber recuperado los miembros dislocados y mal aglutinados para reducirlos al orden correcto, esto después de hacer su inventario con la pereza de los copistas y de poner en evidencia los fraudes y ardides, finalmente monótonos de los compiladores.” (Cassin, pág. 27)

El sofista en nuestra época

Lejos estamos en este tiempo de grandes desarrollos en la investigación de la Grecia clásica, de considerar a los sofistas como simples embaucadores de la palabra, al contrario y en la deriva, encontramos en los sofistas griegos lo que las palabras llegan a hacer.
Jacques Lacan emplea la siguiente expresión en el seminario “Los problemas cruciales del Psicoanálisis”: “El psicoanalista es la presencia del sofista en nuestra época, pero con otro estatuto” (8).
Para Cassin, la sofística y el psicoanálisis comparten la misma rebeldía en su relación con el sentido, relación que transita por el significante y su distancia con la verdad en filosofía, cuando Lacan dice: “nuestra época” se refiere a la del sujeto del inconsciente, no a la del animal político griego, se refiere al sujeto ligado a la relación sexual que no hay, transido de lalengua.
Cassin se justifica: “Digo Jacques el Sofista para evocar, claro, a Jacques el fatalista” (Cassin, pág. 45), y en seguida cita al Lacan del seminario La Transferencia:
Si olvidamos esta relación que hay entre el análisis y lo que llaman el destino, esa especie de ocaso que es del orden de la figura —en el sentido con que se emplea este término para decir figura del destino como se dice también figura de la retórica—, ello significa simplemente que olvidamos los orígenes del análisis, porque sin esta relación el análisis no hubiera podido dar ni un paso siquiera” (9)
Y Cassin continúa esa otra doxografía que es la memoria cuando evoca también:
Sea como fuere, a quien conocí en la rue d´Ulm, en una sala Dussane desbordante, de bullente murmullo, de pronto más que silenciosa, fue primero a Jacques el Sofista presente en directo y arrastrando tras él una multitud, una corte, un ballet de jóvenes y menos jóvenes deleitados con las epideixis, los seminarios-performance, improvisados o no. Efectos de moda, amores locos, odioenamoraciones [hainamorations]. El bullente murmullo de la voz que se estira y se refrena, audible inaudible a la manera de Delphine Seyring, tuvo que ser escrito por Sócrates al comienzo del Protágoras y mejor aún por Filóstrato en Vidas de los Sofistas.” (Cassin, pág. 46)

Notas

(1) Barbara Cassin Comp. Nuestros Griegos y sus Modernos. (Buenos Aires: Manantial, 1994)
(2) Barbara Cassin. No hay relación sexual. Trad. Horacio Pons. (Buenos Aires: Amorrortu, 2011). Rapport en francés, en una de sus acepciones quiere decir: “relación con proporción”, “contacto sexual”, “similitud”
 (3) Barbara Cassin. El efecto sofístico. Trad. Horacio Pons. (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008)
(4) Barbara Cassin. Jacques el sofista. Trad. Irene Agoff. (Buenos Aires: Manantial, 2013)
(5) Cuán semejantes y unánimes son los testimonios de quienes conocieron a Jacques Lacan en  ese tiempo, el de los nudos, otro tanto cuenta Élisabeth Gleblesco en su diario. Cf. Un amor de transferencia. (Buenos aires: El Cuenco de Plata, 2009)
(6) Barbara Cassin. Jacques el sofista. Pág. 34
(7) Jacques Derrida. De la Gramatología. (México: siglo XXI Editores, 1978)
(8) Problemas Cruciales del Psicoanálisis. Seminario inédito. Clase del 12 de mayo de 1965
(9) Jacques Lacan. La Transferencia, Seminario 8. Trad. Eric Berenguer. (Buenos Aires: Paidós, 2009). Pág. 356

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